—¿Lara?—mi madrastra me llama, al intentar abrir la puerta y ver que está cerrada.
No respondo.
—Lara, ábreme, sé que estás allí.
Sigo sin responder.
Toca la puerta agresivamente—abre la maldita puerta, Lara, o la rompo.
Mi respiración se vuelve desordenada, tengo miedo.
—¿Qué quieres?—pregunto.
—Hablar contigo.
—¿Vas a pegarme?
—Si no me das motivos, no—responde sinceramente.
Decido abrir. De todos modos rompería la puerta, ya lo hizo antes.
DU LIEST GERADE
Enamorada de un hombre casado
KurzgeschichtenMi madrastra tiene razón, soy una mala persona, una pecadora. Pero Dios, ¿Cómo hago para evitarlo?