Enamorada de un hombre casado

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—¿Aló?—descuelgo.

—Hola, ¿estás lista?

¿Por qué demonios su voz es tan preciosa?

—Sí.

—Te espero abajo, aquí nos vemos.

Sin decir nada, cuelgo la llamada, cojo mi bolso y bajo.

Vera por suerte está metida en su cuarto, si me viera con los labios pintados se daría cuenta de que la mentí.

Abro la puerta y enseguida veo a Nadir, está apoyado en su coche, lleva unos vaqueros oscuros, una camiseta negra y unas gafas que le dejan muy sexy.

Amor de mi vida.

Me acerco a él.

Sonríe. Sonrío.

—Estás muy linda, Martín.

Adiós, bienvenidos a mi funeral.