Enamorada de un hombre casado

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Sus pómulos se tensan, noto que se ha enfadado.

—Tú eres mi novia y harás lo que yo te diga, cojones—me agarra del brazo y me lleva fuera, en dirección a su coche.

Yo pongo resistencia—suéltame, me haces daño.

—Cállate.

—¡Me haces daño!—grito de dolor.

—¡Que te calles!—me da una bofetada en la boca—joder, ni drogándote te comportas como debes.

Comienzo a llorar, a llorar abiertamente. Me toco la boca y al apartar la mano veo sangre.

Más lágrimas.

—¿Me has drogado?—pregunto con los ojos abiertos. Daniel no responde.

Él abre la puerta de su coche y antes de que entre, alguien la cierra.