Enamorada de un hombre casado

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Todo de verde a mi alrededor, plantas, hierbas, un hermoso paisaje. Hay tantas flores a mi alrededor, se respira el olor a naturaleza. Hay una tranquilidad inmensa.

A lo lejos veo caminar a una mujer, está completamente de blanco. A medida que se acerca a mí consigo reconocerla, consigo reconocer su sonrisa.

Mamá.

Sin pensarlo dos veces, voy corriendo a su encuentro. El camino parece tan largo, tan infinito, como si no avanzara.

Pero de repente está a mi lado—Lara—es su voz pronunciando mi nombre.

Ella sonríe otra vez—¿Mamá?

—Sí, cariño, soy yo.

—Mamá...—pongo mis manos en sus mejillas para ver si puedo tocarla, cuando siento su piel en mis manos, mi vista se nubla por las lágrimas que amenazan por salir—mamá—la abrazo fuerte—mamá, te extrañé tanto...

—Yo mucho más mi amor—me da besos en el cabello, yo sigo abrazándola, siento que si la suelto desaparecerá.

—¿Dónde está papá? ¿Por qué me dejasteis?—mi voz se rompe—¿Por qué os fuisteis?—ahora sí me separo, pero no la suelto la mano.

—Tu padre no está aquí, pero él y yo estamos juntos, felices, como queremos que estés, cariño. Quiero que seas fuerte, Lara Martín, que luches por tu libertad, por tu felicidad y tus sueños.

—Nunca lo seré mamá, nunca seré feliz. Os necesito. Llevarme con vosotros.

—Eres muy fuerte, amor. La prueba de eso es que por muy mal que lo estés pasando, nunca has tenido tendencias suicidas, como le habría pasado a cualquiera en tu situación. A ti ni se te ha pasado por la mente, porque eres más fuerte que eso, te parí y te conozco perfectamente.

—¿En serio piensas que soy fuerte?—pregunto con una sonrisa, este es el cariño que echaba de menos, que alguien piense esto de mí.

—Claro que sí, y quiero que tú también te lo creas. Que sepas que no eres mala persona, de hecho eres la mejor. ¿Te queda claro?

Asiento—te amo, mamá. Y a papá también.

—Nosotros también te amamos, cielo. Ahora ve ahí y sé feliz. Despierta, Lara, despierta.