Día 2, semana 1.

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     Mientras miraba con aburrición el canal de televisión, la misma enfermera de ayer revisaba mis signos vitales. Y una vez terminó, ella dijo:

     —Qué bonito arreglo floral.

     La miré como si tuviera dos cabezas porque no entendía de que hablaba hasta que seguí su mirada.

     «Vaya» pensé viendo el gran ramo de flores.

     Este yacía resplandeciente sobre una pequeña mesa, aun costado de mi camilla.

     Y como si de una enamorada se tratara, la enfermera suspiró acercándose al arreglo. —Aw, las flores crisantemo en el lenguaje de flores significa la eternidad —chilló acariciando los pétalos de la flor—, "Ningún amor será comparable al nuestro", y como estas son violetas significan: "no soporto la idea de perder tu amor" —citó emocionada—. También le trajeron tulipanes rojos, significan pasión. Los narcisos blancos son indicativos de alegría y felicidad. El girasol es el símbolo del Sol y simboliza la admiración. Las margaritas rosas el amor. ¡Y también le trajeron nomeolvides! En el lenguaje de las flores, las nomeolvides azules significan el amor sincero y la promesa de no olvidar a la persona amada —finalizó sonriendo, diciendo el significado de cada flor de aquel ramo.

     Me pareció irónico lo último dicho por la enfermera. No hubiera sabido mi nombre si no fuera porque el médico me lo dijo ayer. Al parecer, debido al fuerte golpe que recibí en la cabeza gracias al accidente de tránsito que tuve —según me explicaron— no recordaba.

     El médico me había llenado de preguntas ayer. Preguntó por mi nombre, mi edad, sobre si sabía que día era, sobre si tenía idea de a qué año estábamos, etc.

     "Tiene amnesia" había concluido, puesto que no conteste ninguna.

     «Oh, ¿enserio? No me había dado cuenta», fue lo que pensé en ese momento a poco de bufarle en la cara al doctor.

     Pero bueno, no sabían si la amnesia era temporal o... permanente.

     "Hay que esperar" había dicho el médico.

     «Pues a esperar se ha dicho» pensé suspirando.

     —Me imagino que son de su amado —me comentó la chica con una sonrisa.

     Diablos, me había olvidado de ella.

     La miré y asentí regresándole la sonrisa a pesar de que no estaba seguro de quien pudo haberlas dejado.

     «¿Será que fue el chico de ayer?» me pregunté. «Bueno, quiero decir, mi novio...» me corregí sintiendo subir el calor a mi rostro.

     Aún recuerdo los ojos del chico cuando se despidió ayer —pues había terminado el horario de visitas—, había tanto amor en su mirada que mi corazón se oprimió. Porque yo ni siquiera tenía atisbos de lo que es sentir ese sentimiento.

     Pero, por otro lado, en ese entonces no había reparado en ello, pero ahora, haciendo memoria, "mi novio" cargaba un cuerpazo que...

     Escuché un carraspeo. Observé a la enfermera.

     «¿Todavía sigue aquí?».

     —Con su permiso —dijo antes de salir de la habitación.

     Me encogí de hombros y volví mi atención a la televisión. La serie de televisión era realmente mala. Pero no podía dejar de verla. Que dilema el mío.

     —Nunca te ha gustado esa serie.

     Me giré hacia aquella voz. Era el chico. Míster cuerpazo. Mi novio. Yacía de pie, sonriente, con los brazos cruzados, recargado en el marco de la puerta.

     «Uh lala» pensé viendo lo bien que se veía el peliverde en aquel traje gris.

     Quise saludar con un "buenos días", pero sólo abrí la boca y la volví a cerrar. No podía hablar.

     El chico, que tenía su mirada fija en mí, me seguía sonriendo. Y vaya que era sonrisa ladina era seductora.

     —He llamado a la puerta, pero parecías muy entretenido mirando la televisión —relató—. ¿Te ha gustado? Me encargué que instalaran una en tu habitación. Conociéndote, morirías de la aburrición.

     Traje saliva y abrí a boca para decir "gracias", pero sólo quedó ahí.

     Aunque me sorprendí cuando él dijo: —De nada.

     Le sonreí. Él me sonrió. Y me puse nervioso porque él seguía sin despegar su mirada de mí.

     «Demonios, éste chico es mortal. Y es mi novio» sonreí para mis adentros por lo último.

     —Te he traído algo —dicho eso, él acerco una silla a un costado de mi camilla para tomar asiento y sacó un cuadernillo de una de las bolsas de regalo que no me había percatado de ellas, porque quizás andaba viendo otras cosas...—. Toma.

     Tomé el cuaderno en mis manos y lo hojeé, pero estaba en blanco. Eran hojas blancas. Lo miré con cara de no entender y él me dio un bolígrafo diciendo:

     —Para que escribas lo que quieras decir.

     «Aw, que bonito».

     Sonrojado, agarré el bolígrafo dispuesto a hacer lo que me había sugerido.

     «Por lo menos no olvidé como escribir» pensé aliviado trazando las palabras en el papel.

     Cuando terminé le mostré mi escrito. En el centro de la hoja, en grande, estaba enmarcado un:

     —Gracias.

     Él me sonrió cuando la leyó.

     —De nada. Bueno, sé que tienes muchas preguntas, adelante.

     Animado, escribí de nuevo y en el tiempo que escribía, él espero pacientemente. Aunque una sonrisa triste se asomó en sus labios cuando terminó de leer lo que había escrito. Y creo que debo acostumbrarme a ver esas sonrisas frecuentemente.

     —El médico me ha dicho que mi nombre es Kim Taehyung, que nací el 30 de diciembre de 1995 en Corea del Sur, mi tipo de sangre, pero no me ha dicho tu nombre —le escribí.

     Luego de un momento, donde él estuvo mirando al ramo de rosas, él me dijo: —Kim Seokjin.

¿No me recuerdas? || VharemWhere stories live. Discover now