Extra tres: No vuelvas a soltar mi mano.

2.7K 398 67
                                    

     Cuando Namjoon estaba en casa, me la pasaba todo ese tiempo con él. No me dejaba alejarme. Literalmente éramos pegajosos. Dormía todos esos días en su habitación y los demás no parecían en desacuerdo con eso. Entendían que el ahora rubio permanecía largas temporadas fuera.

     Así que, al despertar ese día, suspiré satisfecho al verlo junto a mí y ser consciente que nuestras piernas yacían entrelazadas bajo las sabanas color vino.

     Por un momento me pareció raro que yo haya sido el primero en despertar, usualmente los días que se encontraba en el departamento era el primero en despertar, arrastrando mi perezoso trasero que lo acompañara a correr.

     Sonreí cuando un ronquido salió de sus labios. Miré el reloj en la mesita y me sorprendí con la hora que marcaban aquellos números verdes. Eran las cuatro de la mañana. Con razón no estaba despierto.

     Me acurruque más a él intentando volver a atrapar el sueño, pero nada. Pasaron los segundos, volviéndose minutos y no lograba caer en los brazos de Morfeo por más que miraba su rostro profundamente dormido.

     Comencé a trazar sus cejas con mis dedos hasta que me mis ojos se vieron sumidos en una visión.

     —Tae, hijo, saluda —una dulce voz femenina animó—. Vamos, no seas tímido.

     Un niño pequeño castaño, de grandes ojos expresivos cafés, rodeados de largas y gruesas pestañas, que, hacían a esa mirada aún más encantadora, se asomó desde las piernas de su madre quien portaba un elegante vestido rosa pastel.

     Ante el pedido de su madre, con cautela saludó alzando una de sus manos hacia los mayores que lo veían con ternura.

     —Es un niño precioso —habló la otra mujer ahí que también se giró con entusiasmo hacia un par de niños mayores a su costado—. Ora, ora, ustedes también saluden.

     —Hola —ambos niños sonrieron al pequeño quien ahora agarraba el pantalón del traje de gala de su padre.

     Era un lugar nuevo con muchas caras desconocidas por lo cual el pequeño Tae miraba con curiosidad y cierta desconfianza todo con sus grandes ojos.

     Pero algo llamó su atención. La sonrisa del niño menos alto de los dos.

     Ladeo la cabeza y soltó a su padre para acercársele al niño mayor, quien estaba muy curioso al recibir la intensa mirada del menor, pero obtuvo un poco de respuestas cuando Tae estiró su mano y toco uno de sus hoyuelos en la mejilla.

     Las madres de ambos se derritieron y exclamaron de ternura.

     —Joonie, ¿Por qué no van a jugar un rato?

     Antes de que el moreno pudiera decir que sí o no una mano pequeña y suave tomó la suya. Namjoon miró su mano y la del pequeño Tae entrelazadas y no pudo negarse al ver los bonitos ojos del menor puestos en él.

     —¿Quieres jugar conmigo?

     El castañito asintió efusivamente.

     Namjoon suspiró ablandándose y agarrados de las manos se alejaron de sus padres.

     Y así pasó el tiempo, cada que se reunían gracias a sus padres, el pequeño Taehyung corría con sus piernitas hacia Namjoon e iban de aquí para allá haciendo travesuras tomados de las manos. Uno porque se hizo costumbre para el mayor que el más pequeño entrelazara sus dedos así sin más, y dos, porque era mejor eso ya que Tae era muy inquieto y curioso, si no le ponías atención fácilmente podías perderlo de vista. Como ocurrió una vez...

     Taehyung jugaba saltando a los alrededores de la piscina, sin tener en cuenta que podía dar un mal paso, resbalar y caer. Y para su desgracia eso fue exactamente lo que paso. Namjoon lo vio todo desde lo lejos, y corrió muy asustado cuando al presenciarlo. Tenía siete años en ese entonces y no sabía nadar. Desesperado gritó por ayuda a los mayores. Lloró de alivió cuando el pequeño castañito expulsó toda el agua que había tragado. Tae sollozó junto a él, no por el susto que tuvo, sino porque su hyung lloraba. Lloraron abrazados.

     —No vuelvas a soltar mi mano, Tae —Namjoon hipó—. Por favor.

     El menor se separó y limpio las lágrimas de su hyung. —Lo prometo —dijo con señas.

     Ambos terminaron regañados, pero más unidos que nunca. Mejores amigos podrían decirse. Ya no sólo se veían en las fiestas que hacían sus padres, se visitaban en sus casas para jugar o sólo pasar el tiempo juntos. Pero los años pasaban, verse en persona fue más difícil cuando Namjoon cumplió los trece y se fue al extranjero. Sólo se reunían en alguna de sus casas en vacaciones.

     Aunque los postales, cartas y videollamadas no faltaban. Taehyung le contaba de toda su vida al mayor.

     Tae a pesar de no poder expresarse en palabras, eso no le impedía ser sociable, era extrañamente extrovertido. Le hablaba de sus amigos, aunque sólo eran personas sin relevancia con quienes convivía en la escuela en los recesos. O eso era hasta le habló de Yoongi y luego de Jungkook. Esos nombres desde que Namjoon los leyó una vez, no dejo de verlos en las anécdotas del menor, no los conoció en persona hasta mucho después pues no pertenecían al mismo círculo social. Se volvieron verdaderos amigos de Taehyung. Ya no era sólo Tae y él, o Seokjin que también estaba en la formula. Aunque Seokjin siempre fue algo aparte. Siempre fueron sólo los dos. Los más unidos.

     Namjoon nunca se molestó de que Taehyung tuviera más amigos, al contrario, le hacía feliz ver alegre al castaño. Aunque eso cambio cuando llegó Hoseok y después Jimin.

     Taehyung a sus dieciocho se volvió más... rebelde. Su relación con Jung no era sólo de amigos, iba más allá de eso, pues si bien el menor no le dijo nada a Namjoon, el mayor no era tonto. Taehyung no era muy bueno cubriendo chupetones.

     La molestia que sentía Nam cada que los veía, sólo llegó a descubrir que eran celos románticos y no de un amigo como pensaba cuando llego Jimin no mucho después.

     Tae se escapada por las noches de casa o se saltaba las clases para irse con ese tal Park. Cuando investigo sobre éste chico descubrió que participaba en carreras clandestinas de autos. Intentó junto a Seokjin, incluso con ayuda de Yoongi y Jungkook para que se alejara del tal corredor, pero sólo llevó a Nam discutir con Tae y casi pierden su amistad. Se dejaron de hablar, aunque no paso mucho para que ambos pidieran perdón. Taehyung dejo de escaparse, pero Jimin no se fue de su vida. 

     Fue todo un lío para ambos después de eso.

     Suspiré un poco abrumado teniendo fragmentos de recuerdos de todo eso. Recordé la confusión y negación que tuve cuando me di cuenta de mis propios sentimientos. No lo veía de manera clara, pero había un sentimiento de asco hacia mí mismo, lograba visualizar que mi cabeza era un desastre en ese entonces, porque no podía querer a más de una deuna persona... Tal recuerdo se cortó y después recordé las miles de mariposas que sentí cuando llegó la aceptación. La euforia. La frustración que sentí cuando Namjoon no me creyó que sus sentimientos eran recíprocos. La decisión de no darme por vencido. La explosión en mi cabeza cuando nos dimos nuestro primer beso. La pasión puesta por ambos en nuestra primera vez. La tristeza que me adueñaba cuando se iba. El apego que sentíamos entre nuestros cuerpos y almas.

     Aun había recuerdos borrosos, sentimientos que no entendía, pero esto era un gran avance... 

     La alarma sonó sobresaltándome.

     Namjoon se movió, despertándose y estirándose para poder apagarla.

     —Hey, bebé —sonrió en cuanto me vio despierto—. Buenos días, ¿Estás listo para el día de hoy?

     Sonreí, sintiendo mis ojos picar. Tomé una de sus manos entrelazándola con la mía.

     Él debió notar que algo no andaba bien. Miro nuestras manos y preguntó: —¿Qué sucede?

     Mi vista se volvió borrosa.

    —Cumplo mi promesa. No volveré a soltar tu mano.

¿No me recuerdas? || VharemWhere stories live. Discover now