Día 41, semana 6.

2.8K 461 80
                                    

     Me temblaban las piernas como gelatina, me sostuve de los hombros de Namjoon cuando sentí que se me adormecían. Solté un suspiro cuando me cargó al estilo nupcial y me recostó en la camilla.

     Pero adivinen que descubrí. ¡Él era más alto que yo quizás por cuatro centímetros! Y que le gustaba vestir por lo visto bermudas, lo confirmaba porque hoy de nuevo traía unos. He visto estos días sus vestimentas, y era tan casuales, relajadas, hogareñas, pero con estilo. O quizás ni siquiera se fijaba en eso y todo lo que se ponía le quedaba bien. Lo más seguro.

     —Listo —dijo el pelirrosa una vez acomodó la almohada detrás de mí.

     —Mencionaste que yo antes de descubrir mi amor por la escritura quería ser piloto aviador como tú, ¿Qué paso?

     —Desde la perspectiva de todos se veía que me tenías como un ejemplo a seguir, de hecho, se burlaban de eso, literalmente decían "Si Joonie se tira de un puente, ahí va Taetae a tirarse él también". Una vez me confesaste que no era que querías seguir mis pasos, o me admiraras sino porque querías de manera inconsciente estar a mi alrededor. Estar juntos. Siendo unos niños era algo inocente, no cuestionándose mucho, pero una vez creciste te costó asimilar que iba más allá de algo de un bello apego de amigos, hermanos del alma. De hecho... tuvimos problemas para comenzar una relación amorosa por eso mismo. Yo te amaba, pero no creía que tú lo hicieras de la misma forma, así que me conformaba con la amistad que me brindabas, pero cuando me confesaste tus sentimientos yo no te creí. Pensaba que estabas confundido. Pero en realidad fuiste ciego contigo mismo. Tardaste en darte cuenta de tus verdaderos sentimientos y de los míos. Me contaste que incluso cuando te decían que parecíamos novios a larga distancia tu no entendías porque señalaban eso ya que a ti te parecía normal nuestras acciones... Fue todo un largo camino. Tuviste una batalla contigo mismo por lo que me hablaste aquella vez.

     Lo escucho y me he imaginado toda una película en mi cabeza.

     «Pero también que idiota fui, ¿Cómo no me di cuenta que quería a esta papichulo?» pensé dando le una ojeada a Nam.

     Y un click hizo en mi cabeza. «O es que quizás... ¡no había aceptado nada con él por andar de ojo alegre con otro! Oh, joder. Mierda, mierda. Eso tiene sentido para mí. O ¿realmente lo ame...? Maldita sea en que momento fui a perder la memoria» me maldije.

     Es probable que nunca lo sabría.

     —¿Qué más ocurrió?

     Le sonreí tratando de demostrar que no estaba gritando en mi interior.

     —Entonces, un yo de diecisiete te conté que quería ser piloto aviador y no estar en el negocio de la familia, y tu dijiste con tus quince años que querías también ser piloto, no te cuestione, ambos queríamos estar juntos, hicimos planes y todo. Que ambos aplicaríamos para el examen e ingresar al ejército, que nos encontraríamos ahí.

     «Muy lindo y todo, pero y si... ¿nunca lo quise y jugué con él?»

     En mi paranoia y búsqueda de respuestas, estaba la posibilidad que mis acciones con ellos hayan sido con doble intención. La cruda realidad es que ni yo mismo me conocía. ¿Quién dice que yo no era desde el principio un interesado?

     «Pues sí que era un interesado, me pase. ¿No te bastaba con uno, Kim?»

     —Cuando estaba por cumplir mi mayoría de edad decidí dar a conocer mis planes a futuro a mi familia, y fuiste el primero en felicitarme cuando te comuniqué que ellos no estuvieron en desacuerdo, aunque ya lo veíamos venir puesto que mi hermano mayor ya estaba viéndose a cargo de la empresa. Todo iba bien, sí quede aceptado en milicia como piloto aviador, pasaron unos pocos años y tú estabas en la High School cuando un día me videollamaste, cabe decir que cuando estaba en descanso te videollamaba cuando podía y me hablabas de tus días, así que te encontrabas riéndote diciendo entre señas que por error entraste a un taller que no era tuyo, el de literatura.

     »Estabas tan emocionado explicando que el taller te había encantado y no aburrido como pensabas que haría, me expresaste tu emoción y fervor del libro que habías prestado —siguió comentando—. Y así empezó... Te comías libros en semanas, paso a paso corregiste tus errores de ortografía, usando comas y los acentos que antes te salteabas. Aprendiste palabras nuevas al igual que conceptos de escritura. Lo amabas. Una vez me dijiste que te gustaba la forma que tenían las letras. Me costó un poco convencerte que ser escritor era lo tuyo, pues seguías aferrado que estudiarías para piloto. Eres intenso. Seguías diciendo que lo habías prometido y tenías que cumplirlo.

     Me reí y él me acompaño dejando un ambiente agradable en la habitación. Su risa era tan varonil y casi le pido que no se cubriera la boca cuando lo hiciera.

     —¿Te sentiste triste? Por el que ya no te acompañara.

     Se rascó la oreja bajando la vista al suelo. —Sí... un poco. No puedo mentir. Todo ese tiempo anhelando el ya tenerte a mi alrededor... pero oye —sonrió—, tu felicidad es la que importa.

     Suspiré.

     «Este hombre es perfecto».

     —Cómo... ¿Cómo mantuvimos nuestra relación de ese entonces amistad si no estudiamos juntos?

     Debió haber sido duro. Aun había una gran laguna en mi mente. El cómo conocí a cada uno era en ambientes diferentes. A él y a Jin en mi niñez, a Jungkook y a Yoongi en mi adolescencia, y al parecer a Jimin y a Hoseok en mi juventud.

     —Como decidí unirme a la milicia no hubo más necesidad que estudiara en el extranjero por lo cual regresé a Corea del sur. Nos separaba unos kilómetros en auto, pero para vernos ya no teníamos que tomar más de medio día en avión así que, era algo...

     «Seguía siendo triste, pero era eso o nada» concorde.

     —¿Qué paso con Seokjin?

     «Cosas que solo me pasan a mí: preguntar sobre tu novio a tu otro novio» pensé con sarcasmo.

     —Pues en ese entonces él si siguió en el extranjero y volvió hasta que se su padre se retiró y le dio su puesto en su empresa, a sus veinticinco años si no mal recuerdo.

     «Vaya...».

     —Y cuando comenzamos a salir... ¿Cómo fue?

     Tenía demasiada curiosidad porque si me pongo a pensar, es fácil serle infiel a Namjoon... según aparenta cuando está en servicio no reside en casa y de por si son contados sus descansos.

     —Como la de toda relación con un cuerpo de la armada militar.

     Namjoon puso su cara sobre las sabanas que cubrían mis piernas. Lo observé interrogante cuando se mantuvo ahí unos segundos, pero me quede pasmado cuando lo escuche sollozar.

     «O-Oh, dios».

     —Es mi culpa —hipó, y su voz sonó tan ronca. Amarga del dolor—. Si no hubiera estado lejos, quizás... quizás no hubiera pasado esto. Te descuido mucho. Por mi trabajo me he perdido muchas cosas de tu vida, así que, ¿Qué tiene de maravilloso volar por los cielos si tú eres quien me da alas? —alzó la mirada para encontrarse conmigo y un nudo se atascó en mi garganta al ver el rio que salió por sus ojos y corría por sus mejillas—. Cuido a la nación, pero ¿de qué sirve salvar miles si la única persona que amo la pierdo?

     Rio con sarcasmo y me destrozo el alma. Porque el siempre reía y sonreía con dulzura, cariño y amor.

     «¿Ahora qué demonios hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? Este de... ¡reacciona, Kim! ¡no te quedes ahí como estúpido!».

     Tomé la mano de Namjoon y le hice una seña para que se acercara a mí. Cuando lo hizo tome su cabeza con mi mano, indicándole que la recostara en mi pecho.

     Le bese la cabeza, sobre sus cabellos rozas que ya se estaban descolorando a un rubio. Él se estremeció y me abrazó tirándose a llorar más como un bebé.

     «Ven, Nam, ven. Si era o no antes sólo un interesado y no te amaba, lo haré ahora. Yo les amaré como el hijo de puta que fui antes no pudo. He dicho, ¡caso cerrado!».

¿No me recuerdas? || VharemWhere stories live. Discover now