Día 44, semana 7.

2.6K 420 156
                                    

     No sabía si reír o llorar. Esa mañana Namjoon entró a mi habitación con tapabocas y todo, preguntando por mi gripe y si debía preocuparse. Fue tan genuino cuando se mostró feliz de que mi gripe se curó hoy y yo no supe que hacer con eso puesto que ninguna enfermedad se cura de la noche a la mañana.

     «¿Qué rayos...?».

     Pero bueno no podía encasillarme con eso, Seokjin llegaría en cualquier momento pidiendo respuestas del por qué lo deje literalmente plantado ayer, ya que me mantuve en el patio con Jimin hasta que finalizó la hora de visitas. Y así por suerte cuando regrese no había nadie.

     —¿Podrías ir por un café?

     Tenía mis manos sudando.

     —¿Café?

     Tragué saliva y asentí.

     —Se me antojo uno.

     —Vale, iré por uno.

     Le sonreí radiantemente.

     «Anda, bebé, ve».

     Sólo cuando se fue se redujo un poco mi ansiedad. Sólo un poco. Aunque se disparó nuevamente cuando minutos después Seokjin entraba por el umbral de la puerta.

     —Buenos días, ¿Dónde estuviste ayer? Cuando regrese del baño ya no estabas en la habitación.

     No le conteste y en cambio tome una gran bocanada de aire.

     «Perdóname» pensé antes de llevar a cabo mi plan.

     Puse mi mejor cara de asustado y con desespero comencé a picar el botón sobre mi cabeza que servía para llamar al enfermero.

     —¿Taehyung? ¿Qué pasa? ¿Qué sucede?

     Pasmado ante mi reacción intentó acercarse a mí y en ese momento entró Bangchan corriendo y al toparse con la escena, terminó llamando a seguridad. Tal como el plan.

     «¡Sáquenlo de aquí!».

     —Esperen, ¿Qué ocurre? ¿Taehyung? ¡Suéltenme!

     Todo paso en cuestión de segundos.

     Y así, Seokjin desapareció siendo llevado por dos guardias de seguridad. Sólo pude relajarme cuando ya no escuché en el pasillo sus gritos pidiendo una explicación.

     «Esto... esto esta intenso».

     Me sentí un poco mal por el peliverde, pero o era eso o dejar que se vieran. Ya luego podía darle una excusa de mi actuar.

     Minutos después regresó Namjoon con café en mano. —Perdona, había una fila larga para usar la expendedora de café.

     Le sonreí aun con temblores. —No pasa nada.

     «¿Cómo diablos es que lo hice antes?».

     Era un infiel a nivel pro al parecer. Y necesitaba meterme en ese papel.

     El pelirrosa me tendió el vaso con café. Cuando lo probé, resistí el impulso de escupirlo. Estaba amargo. No pude ocultar la mueca que se colocó en mi rostro.

     —¿Qué pasa? ¿no te gustó?

     —Creo que... necesita un poco más de azúcar.

     Se rio avergonzado, sobándose la nuca. —Claro, ahora vuelvo.

     Las comisuras de mis labios se alzaron en una sonrisa ante la ternura que me daba.

     Me dejo de nuevo solo en la habitación y cerré los ojos con paz. Jimin no vendría hoy. Avisó de antemano ayer que tenía una agenda de trabajo para hoy con una revista en la que aparecería.

     Pero en eso sentí un toque en mi muslo. Una palma mas bien.

     Abrí los parpados y si no hubiera sido porque estaba acostado en la camilla, seguro me hubiera ido par atrás.

     «¡A este paso tendré problemas cardiacos!».

     —Espero no haberte despertado —habló Jungkook.

     Trajeado, con maletín en mano, el pelinegro tenía su intensa mirada puesta en mí.

     Yo negué de manera lenta, aun asimilando que estaba aquí.

     «Ya estuvo. Ya me vi. Aquí quedé» me di el pésame.

     Namjoon probablemente ya se encontraba en el pasillo. Y yo no había previsto que Jungkook viniera.

     «¡Oh, vamos! ¡Tú puedes salir de esto maldito infiel!».

     —Ya estaba despierto, ¿y si vamos a la azotea?

     Él posó sus ojos en mis manos, poniéndome más nervioso, pues si se había dado cuenta que ya hablaba lengua de señas, no mencionó nada.

     —¿Qué quieres hacer en la azotea?

     «Aventarme».

     Sonreí con inocencia. —Quiero ver el cielo.

     —Si eso deseas.

     Dejo el maletín en mis piernas y acerco la silla de ruedas a mi camilla.

     Me mordí los labios. «Apresúrate».

     Por mi mismo moví mis piernas hacia las orillas de la cama y sus ojos se abrieron un poco más de lo normal.

     —Me alegro ver por mí mismo que recuperas poco a poco la movilidad.

     Le sonreí mostrando mis dientes y él me la regresó. Mis ojos brillaron viendo sus arruguitas en las esquinas de sus ojos.

     —Aun no puedo estar de pie mucho tiempo.

     —Con el tiempo lo lograras.

     Asentí esperanzado, tenía que aceptar que su sola presencia me confortaba mucho.

     Me ayudo a sentarme en la silla, y se colocó detrás de mí comenzándola a empujar hasta salir al pasillo. Yo estaba rezando como no tienen idea para que Nam no apareciera mientras lo cruzábamos.

     Las puertas del elevador se abrieron.

     Jungkook empujó mi silla para subir a este.

     Todo bien, todo tranquilo.

     Él presiono el botón del panel que indicaba que era último piso del hospital. Las puertas comenzaron a cerrase.

     Pero antes de que se cerraran por completo pude deslumbrar una cabellera rosa.

     Me tense en mi lugar. Namjoon iba de espaldas, pues había bajado del elevador de al lado y caminaba hacia mi habitación.

     Sólo suspire cuando las puertas del elevador se sellaron y el elevador comenzó a marchar.

     No me había visto.

     Alcé la cabeza hacia Jungkook y le sonreí, él me observó con suavidad en la mirada y por eso no pude evitar pensar que quizás sólo debería vivir el momento antes de ser trinchado, claro.




¿No me recuerdas? || VharemWhere stories live. Discover now