Día 36, semana 6.

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     Había persuadido a Bangchan para que me sacara a dar una vuelta por lo menos por los pasillos del hospital en la silla de ruedas. Necesitaba aire fresco. Quizás despejar mis pensamientos.

     El hospital al ser uno de los mejores de la ciudad, tenía incluso una gran área verde para que los pacientes pasearan y eso, eran contadas las veces que había salido y ahora me preguntaba por qué. Podía mirar los árboles, la fauna y no me cansaría.

     «Mentira, iras corriendo a ver la televisión una vez te aburrieras, cosa que no tardaría mucho».

     Bufe en una risa corta.

     Como si no me conocía ya bien. La filosofía no era muy bien mi ambiente, aunque era bonito reflexionar y tomarte tus cinco minutos Mikey Way a veces.

     —¿Aquí está bien, señor Kim?

     Sonreí ante la pregunta del enfermero.

     Que me dijeran "señor, Kim" me hacían sentir alguien importante. Aunque sería mejor que se refirieran a mi como "señorito" o "joven", tenía veinticinco, no cuarenta.

     Regresando a Bangchan, asentí hacia él. Me había estacionado con mi chochazo último modelo a orillas del camino, cerca de una banca con un árbol aun creciente detrás de nosotros.

     No paso mucho de que estábamos contemplando en silencio cuando una enfermera mayor se acercó a Chan. Hablaron unos segundos en silencio hasta que él se voltio hacia mí.

     —¿Estará bien si lo dejo un momento? Mi superior me ha mandado a llamar.

     Tome mi libreta porque si bien ya podía defenderme en el lenguaje de señas, él no sabía.

     —No soy un bebé. Estaré bien —escribí.

     A lo que él sonrió. —Regresare en un momento.

     Ellos se retiraron y no mucho después comencé a jugar con las ruedas de mi silla. Me aburrí y recargué mi cabeza en el respaldo de la silla para observar el cielo. De una manera a otra me quede hipnotizado observando las nubes hasta que me comenzó a dar sueño. Sin ponerme a pensar lo raro que se vería, tome la sabana que hasta ese momento cubría mis piernas por la frescura de la mañana y me tape el rostro.

     Me reí al imaginarme como probablemente me veía a los ojos de los demás desde lo lejos.

     Como un loco, seguro.

     Fruncí el ceño cuando sentí que empujaron mi silla.

     —Maldita sea —alguien dijo.

     Me destapé y sólo alcancé a mirar la espalda de un hombre alto y en forma con uniforme tipo militar que se alejaba corriendo. Deduje que se había tropezado conmigo mientras corría.

     Pero ni siquiera se disculpó.

     «Idiota».

     Me reí silenciosamente viéndole a lo lejos como se tropezó de nuevo intentando entrar por las puertas de cristal del hospital.

     «El karma, mi amigo».

     Suspire cuando el tipo desapareció de mi vista. Bangchan no había refrescado así que me propuse a dar el paseo por mi cuenta.

     Vi aquí y allá por un buen rato.

     Pero en eso visualice al militar de reojo de nuevo. Venia corriendo hacia acá, así que antes de que me llevara de encuentro me hice para muy en la orilla, casi en el césped bien cortado. Si bien el camino era angosto, era mejor prevenir. Ya se había tropezado conmigo una vez.

     Pensé que el hombre iba a pasar de largo, pero ¡Oh, sorpresa!

     El descocido se detuvo bruscamente frente a mí, se inclinó para tomar mi nuca entre una de sus grandes y fuertes manos, y ni siquiera logre registrar su rostro bien cuando se cernió sobre mí lo suficiente para unir nuestras bocas de golpe.

     Me quede de piedra, siguiendo torpemente su beso desenfrenado y lleno de desesperación. Arrasó con todo.

     Una vez me soltó mis pulmones dolieron al dar una gran bocanada de aire tratando de recuperar mi respiración. Estaba tan aturdido.

     Pero él no paro de dejar besos por todo mi rostro al mismo tiempo que con su mano cálida aun en mi nuca me acariciaba tan amorosamente.

     —Vine tan rápido como pude —murmuró aun cerca de mi rostro con un tono de voz rico. Grave con matices roncas.

     Bien... esto de mi infidelidad se estaba volviendo cosa seria.

¿No me recuerdas? || VharemWhere stories live. Discover now