Día 11, semana 2

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     Acostado en el suelo, sobre lo que parecía un tapete, miré a Jimin frente a mí, quien me ayudaba a flexionar y estirar mis piernas desde ahí.

     Al ser cambio de pierna coloqué mi mano en su pecho indicándole que quería un descanso. Él rápidamente acomodó mis piernas en el piso. Era el segundo día de terapia y mis piernas seguían sin movilidad. Y sabía que era el comienzo, que no de un día para otro volvería a caminar, pero aun así eso no significaba que cuando regresaba a mi habitación un deje de tristeza me acompañara.

     —¿Todo bien?

     Asentí hacia Park. Él me sonrió y descansó sus manos sobre mis muslos. Repentinamente me sentí nervioso. No podía sentir su tacto, pero eso no significaba que no me pusiera nervioso.

     «¿Qué se sentiría sentir esas manos?».

     Su melodiosa risa me hizo volver a la realidad.

     «Incluso su risa es jodidamente sexy».

     —¿Por qué tu rostro esta rojo? —me preguntó.

     Observé sus manos y luego desvié la mirada.

     —Oh, ya veo —rio de nuevo—. Pero no tienes de que preocuparte, cariño. Ya he visto y tocado cada parte de ti.

     Mi respiración se estancó en algún lugar de mi garganta que comencé a toser como desquiciado y Park sólo comenzó a reírse de mí. Cuando logré calmarme, le miré mal. Jimin ni se inmutó y seguía observándome divertido.

     De un momento a otro nos quedamos mirando.

     —Venga, dime que quieres preguntar —me tendió mi libreta.

     Suspiré antes de escribir lo que venía rondando mi mente desde esa mañana:

     —¿Cuánto de novios llevamos?

     Si bien mi mente era un lio al pensar en Seokjin —que ni sus luces—, quería saber más de Jimin. La persona a las que mis padres conocían como mi novio.

     Sonriendo de una manera dulce, Jimin se hizo sus cabellos peli-naranjas hacia atrás.

     Y morí y reviví cuando lo hizo. ¿Cómo puede ser tierno y a la vez sexy?

     —¿Cuánto crees?

     Fruncí el ceño.

     «¿De verdad me está dando a adivinar?».

     —Juguemos un rato —dijo—. Adivina.

     «Bueno, si eso quieres». Pensé en un numero al azar.

     —¿Tres años? —escribí.

     Sus ojos se abrieron sorprendidos al mostrarle lo que había escrito. —¿Cómo adivinaste?

     «No. Me. Jodas...».

     Eran los mismos años que llevaba con Seokjin.

¿No me recuerdas? || VharemWhere stories live. Discover now