Día 38, semana 6.

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     Me rindo. El chico me hablaba con tanto cariño, viéndome como si yo fuera su todo, que ya no servía de nada negar lo que soy. Un infiel. Porque si él dice que soy su novio, pues eso era. ¿Por qué luchar contra eso? La realidad. De que tengo seis novios.

     ¡Y me encant- Digo, esto estaba mal.

     «Agh, ya. ¿A quién engaño?».

     Soy un infiel nato.

     En los ojos de cada uno podía ver reflejado dicho amor que decían tener por mí, porque cuando cruzaba miradas con ellos, yo me sentía tan amado y querido que me hacía querer ser egoísta.

     Porque codiciaba mantenerlos a todos.

     «Pero ¿quién no quería tener seis novios?».

     En conclusión, tomaría mi papel de infiel. ¿Qué más me queda?

     «Uy, sí. Pobre alma samaritana» se burló mi subconsciente de mí.

     Y para acabar, mi cerebro se derritió cuando Namjoon me cargo de la silla de ruedas a mi camilla después de la sesión de fisioterapia de esa mañana.

     Casi suspiré cuando tuve que soltar mi agarre en su cuello.

     Es que él tenía ese algo. No sabía cómo explicarlo. Todos tenían esa masculinidad exudando de sus poros que me hacían babear.

     Y yo... yo era un tocino. Sabroso. Vale, no. Pero yo no estaba en desacuerdo con mi cuerpo. No estaba mal.

     «Él de baja autoestima me dicen...».

     Aunque, ¿Ya has visto a Hoseok? dios mío, me gusta la manera en que los pantalones abrazaban sus piernas, sus muslos son de infarto y sus abdominales ni decir. Y, ¿Qué me dices de Jimin? sus abdominales bajo la ropa tampoco son broma, ¿y ya viste sus posaderas? Niégame que no te dan ganas de palmearlo, niégamelo. Pero, ¿Qué tal Seokjin? sus amplios hombros acentuaban más su cintura, dejando su figura estilizada y un fuerte pecho a la vista. Una fuerte curiosidad me daba por saber que más tenia debajo de esos trajes caros que portaba. Ahora hablemos de Namjoon, ¿ya viste esos brazos, pecho y gruesas piernas? No estaba tan trabajado como el cuerpo de Jungkook al parecer, pero diablos, eso no le quitaba que era una delicia visual. Vamos con Yoongi, si bien no mostraba mucho con sus ropas holgadas yo fácilmente me enamore de sus manos. Venosas. Calientes.

     Simple, mis novios eran sexys.

     Yo no tenía abdominales, tenía una pancita y me gustaba, pues el sólo imaginarme hacer ejercicio me daba mucha pereza. Sí... así estoy bien. También amaba mis muslos y manos delgadas con venas notorias. Tenía dedos largos y fuertes. Lindos. Y quien diga lo contrario es un hueso podrido. Otro rasgo que me encantaba de mí era mi clavícula.

     Cuando me observaba en el espejo, pensaba: «Oh, dios, que sensual soy».

     —Vamos, bebé, pregúntame lo que quieras. Llevas rato mirándome sin decir nada.

     La voz del pelirrosa me tomo tan desprevenido pensando que me espanto, pero luego reaccione.

     «¡Me dijo bebé!».

     Cosa que él rápidamente se dio cuenta.

     —Perdóname si te llamo así... —murmuró apenado, soltando una risa nerviosa—. Es que eres mi bebé. No sé exactamente cual es la manera en que debo de tratarte.

     Aw, él era como un algodón de azúcar por dentro. Su actitud era relajada, tan pasiva. No sé si me explico, por ejemplo, Yoongi e incluso Jungkook. Ambos eran tranquilos, sí, pero tenían esta dominancia. ¿Entienden a lo que me refiero? Por su parte, Jimin y Hoseok eran coquetos, seductores, y Seokjin era suave, protector.

     Le sonreí y hablé en lenguaje de señas, pues ya no hacia tanto uso de mi libreta sólo cuando no recordaba como expresar tal cosa. —No te preocupes, yo entiendo.

     «Tú llámame como quieras, chiquibeibi».

     Él me deleitó con una sonrisa con hoyuelos.

     —Vale.

     —¿Eres militar?

     Asintió. —Pertenezco a ellos, sí. Soy piloto aviador.

     «Wow» lo miré maravillado.

     Sus ojos se suavizaron. —Es impresionante, ¿verdad?

     Moví mi cabeza en afirmación repetidas veces y él ladeó su cabeza observándome con atención.

     —Sigues teniendo la misma mirada.

     No comprendí a que se refería y lo interrogué con los ojos, pero él desvió la vista al suelo.

     A veces Namjoon se llenaba de cierta timidez que me sorprendía.

     —Tus ojos siguen brillando con tal intensidad como las estrellas al dar su último suspiro cuando te hablo de mi trabajo, como si fuera algo demasiado increíble.

     Me reí. —¡Es que es increíble! Volar por los cielos ha de ser extraordinario.

     Sonrió de manera dulce y se la devolví. Fue imposible no hacerlo.

     —Tú igual querías ser aviador.

     Ese dato pico mi curiosidad. —¿Sí?

     «Vaya, vaya, la papaya».

     —Sí, aunque al final encontraste tu amor por la escritura.

     —¿Escritura?

     —Así es. Estudiaste para ser escritor.

     Muy bien, era la tercera persona que señalaba esa profesión. Señoras y señores, al parecer tenemos una dominante.

¿No me recuerdas? || VharemKde žijí příběhy. Začni objevovat