Extra seis: Desde el inicio y por siempre estaré ahí.

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     La primera vez que oí hablar de él fue cuando sus padres vinieron con la noticia hacia los míos de que venía en camino, formándose en el vientre de Hamaji, la esposa del señor Kim Daikaku. Todos quienes conocían a la pareja japonesa acaparadora de miradas estaban contentos con la llegada de tal diminuto ser, puesto que el par de modelos llevaban algunos ya años de casados y habían revelado hace no mucho sus planes de ampliar la familia y los demás no veían la hora en que sucediera. Así que cuando el matrimonio reveló la noticia de su embarazo, esta estuvo en boca de medio mundo.

     Todos estaban curiosos de cómo sería el hijo de tal encantadora y bella pareja. ¿Sería igualmente hermoso como sus padres? Era lo que se preguntaban todos. Había altas expectativas.

     Yo era pequeño en ese entonces, no pasaba los cinco años, y siempre veía con curiosidad cuando en cada una de las reuniones que papá me había explicado que asistían gente importante de la farándula, la señora Kim rebosaba de alegría al hablar de como en su vientre florecía vida, siendo evidencia de esto el cómo su panza la encontraba aún más grande que la vez anterior en la reunión. Y cuando el bebé comenzó a dar patadas no había quien borrará la sonrisa en el rostro de la mujer.

     —¿Quieres tocar, Seokjin? —Hamaji me había preguntado una vez.

     Estábamos sentados en una esquina del gran salón, puesto que ella no podía estar mucho tiempo de pie y de cierta manera ante su estado el no poder beber alcohol era separada del círculo de las demás celebridades, al igual que yo, pero la diferencia de que yo era un niño, así que allí estaba yo acompañándole.

     En respuesta a su pregunta, con intriga extendí mi brazo y puse mi pequeña mano en su abultado vientre.

     Al inicio sólo sentía la calidez de su temperatura corporal y cierta firmeza en la piel, pero luego... Luego sentí un golpe en la palma de mi mano. Me sorprendió mucho que me alejé asustado.

     «¿Qué fue eso?» había pensado en mi inocencia.

     Ella dejó escapar una risa suave. —Oh, veo que te está saludando. Vamos acércate de nuevo que quiere conocerte.

     «¿Saludando? ¿Conocerme?».

     Con pequeños pasos vacilantes me acerqué y puse mi mano de nuevo. Y cuando el bebé volvió a patear, esta vez no me alejé. Permanecí ahí. Entre curioso y maravillado me acerque más. Los golpes los percibía de manera continúa bajo mi toque. Como si el bebé estuviera diciendo: "Hola, estoy aquí, ¿Lo ves? ¿Me sientes?". Abrí la boca sorprendido. ¿Cómo tan diminuto ser podría hacer eso? Era increíble. Y ahí fue donde entendí la expresión de felicidad cada que ella habla de su bebé. La magia de la vida.

     —Vaya, creo que realmente le gustas. Nunca había pateado tan fuerte —acarició su vientre con dulzura y se rio entre muecas por el dolor que le generaba dichas patadas.

     Puse mis ambas palmas en su panza. La vista es maravillosa. Esa fue la primera vez que fui consciente de eso. Y un sentimiento indescriptible me rodeó esa vez.

     —El bebé también me gusta.

     Ella rio esa vez.

     Pasaron varios días antes de que se realizara un nueva reunión y así poder volver a verla. Esa noche nada más vi a la pareja Kim entrar al enorme y elegante salón para luego acercarse hacia mis padres, bajé del regazo de mi mamá y simplemente extendí mi mano hacia su vientre. Los golpes bajo mi palma no tardaron en aparecer haciéndome sonreír.

     La señora Kim me miró con expresión sorprendida y dulce, para luego junto a los demás adultos alrededor arrullar la escena con ternura, platicando entre ellos del como yo sería como su hermano mayor.

¿No me recuerdas? || VharemTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon