Capítulo 31 | Locura

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Me despierto con un terrible dolor de cabeza.

Realmente no sé qué pasó anoche pero me gustaría descubrirlo cuando encuentro a Casey a mi lado con la misma ropa de anoche y con un chichón en la cien, hago mueca y me pongo una mano en la cabeza gruñendo del dolor. ¿Qué demonios había pasado?

Escucho voces fuera de la habitación y miro de nuevo hacia Casey y lo remuevo, no recuerdo que rayos pasó anoche lo único que sé es que estaba tomando con mis amigos de la escuela en la playa y que cuando Casey se desapareció hablar por celular yo fui en busca de él. Y lo siguiente; Esto.

Casey gruñe a mi lado y yo suspiro aliviada, por supuesto que necesitaba saber dónde demonios estábamos y no que fuera uno de sus truquitos. Pero viéndolo bien, no creo que él sepa donde estaba tampoco.

— ¿Lev? —Dice por lo bajo.

Me arrimo más cerca de él ayudándolo a incorporarse.

—Estoy aquí. —Susurro y no estaba segura porqué.

Gruñe de nuevo.

— ¿Por qué demonios me duele tanto la cabeza? —Pregunta llevándose la mano donde estaba el chichón.

— ¿No tienes ni una idea de que hacemos aquí? —Pregunto llevando una mano a su cabeza.

Casey vuelve a gruñir y le echa un vistazo alrededor de la habitación donde estábamos.

—Parece que tengo una. —Pone su mala cara. — ¿Recuerdas algo de ayer tú?

Niego; —Sólo lo último, fuiste hablar por celular y yo fui en tu busca cuando demoraste mucho. Realmente estoy confundida, y esto no es la habitación del hotel.

Casey se levanta de la cama con una mano en la cabeza y va enseguida a la puerta dispuesta a salir, pero la tienen con seguro. Arrugo el ceño y camino hasta él bajándome de la cama.

— ¡Abran la puta puerta! —Grita haciéndome sobresaltar.

En cuestión de segundos un hombre de blanco abre la puerta y Casey lo empuja hasta el otro lado del pasillo que su espalda retumba con la pared, camina alejándose de la habitación y corro detrás de él persiguiéndole.

Ambos salimos hasta la sala, literal, que sala.

Había unas puertas de vidrios donde la vista era hermosa, éstas estaban abiertas y las cortinas que caían a sus lados volaban por el viento. Algunas palmas decoraban fuera de la casa y los sofás que estaban en medio de la sala eran blancos, pero aquí no había nadie.

—Hijo de puta. —Dice entre dientes Casey.

Camina a toda velocidad por las puertas y conseguimos unas escaleras que dan a la playa, debajo de unas palmas grandes estaban ese tal Mac con tres sujetos más muy bien vestidos de traje. Casey no chistó para caminar hasta Mac que fue avisado por sus amigos que alguien iba a su búsqueda. Mac se vuelve sin sorprenderse al menos y estira la copa de whisky que llevaba en la mano como si ya sabe lo que viene enseguida.

Casey palmea su mano y la copa de whisky cae lejos de los cuatro hombres.

— ¿Crees que puedes sacarme de todos lados cada vez que se te antoje la puta gana? —Gruñe cuando yo me les acerco para escuchar.

—Sí. —Responde.

Casey se le acerca tanto que su nariz se rozan.

—No me tientes. —Señala su pecho.

—Pues agradéceme. —Lo empuja lejos de él. —Estás en peligro, y ella también. —Me señala.

Arrugo el ceño.

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