Capítulo 50 | Protección

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Casey no quiso hablarme por el resto del día siguiente, y como yo no quería despedirme de mis amigos tomé la decisión por mi misma de irme a pasar los días que se tenían previsto con ellos. Ya sabemos que en nuestra casa no estamos a salvo, no teniendo a Jennifer encerrada y propensos a que cualquier momento nos maten a todos.

El abuelo no quiso hablar después de ver a mi madre, se excusó diciendo que tenía trabajo que hacer mientras yacía con el ceño fruncido y se fue con su novia y Charlie quien este último me aseguró que todo estaría bien.

En mi habitación, me aseguré de meter ropa necesaria para quedarme el resto de la semana. No estoy escapando de Casey ni de esta conversación, solo que necesito estos dias con mis amigos y creo que un respiro de esta nueva vida. Mentiría si dijera que no echaba de menos mi vida hace un par de meses.

Me puse una chaqueta e hice mis pasos lentos para esperar que Casey saliera de su ducha, cuando escuche que cerró y se dispuso a salir de la habitación sus pasos se detuvieron al verme parada ahí delante de él con una maleta a mi lado.

—¿Qué estas haciendo? —Deja de secarse el cabello y se pone incluso más serio que la noche de ayer.

—Pasaré unos días en el apartamento de Sam, ellos no quieren estar aquí.

—Sí eso lo sé. —Vuelve a decir. —A lo que me refiero que porque coño vas a irte si tu deber es estar aquí conmigo, no quedándote en casa de tus amigos.

Frunzo el ceño.

—¿Disculpa?

—No entiendo a que estas jugando esta vez. —Gruñe. —Pero estamos casados, ya no llevas esa vida de antes.

—Quizás echo de menos esos tiempos. —Le digo confusa.

—¿Me tomas por estúpido? —Da un paso. —¿Crees que no me doy cuenta como miras a Hale? De pronto tienes una pelea conmigo ¿Y corres a sus brazos? —Alza la voz. —Que se joda, más te vale no ir si no quieres que atraviese su cabeza con una bala.

—Estás loco. —Escupo. —Solo intentalo, y veremos en qué acaba.

Tomo la maleta ya echa y la arratro fuera de la habitación caminando con rapidez, antes que sus direcciones descontroladas tomen todo de mí y me encierren junto a Jennifer.

—Levae. —Arrastra mi nombre y sus pasos detrás de mi. —Maldita sea, Levae.

Los chicos estaban en el pasillo de la puerta con sus cosas hablando entre sí, cuando me escucharon alzaron la mirada y pude divisar como se avergonzaron por la situación que venía.

—Piensas hablarme ahora que me voy, con o sin tu palabra voy hacerlo. —Me vuelvo dejando la maleta al lado de los chicos.

—¿Crees que es un puto juego estar casada? —Gruñe y me mira con furia, entonces se da cuenta de su actitud y se toma el puente de la nariz. —Vamos hablar arriba.

Niego; —Te informé; Me voy con Sam unos días, no por ti, si no por pasar tiempo con ella. Volveré el fin de semana.

Aprieta su mandíbula fuerte y se quita la toalla del cuello volviéndose a darme la espalda, la lanza a un lado y se encamina a las escaleras sin decir una sola palabra más.


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Cuando llegamos al apartamento de Sam, resultó ser más bonito de lo que ella me contó porque ni siquiera lo imaginé con tantas cosas en mi cabeza. Pero podía ver como estaban felices el uno con el otro por haber tomado esta decisión a pesar de lo que dicen sus padres.

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