Capítulo 32 | Peligro

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No me había equivocado cuando dije que había por lo menos una ciudad detrás de la montaña que nos tapaba.

Después de lo de ayer, logramos dormir sin discutir. No amanecimos en esa especie donde él me está abrazando o yo estoy respirando en su pecho, de hecho, cuando me levanté Casey estaba vistiéndose con una ropa diferente a la de ayer. No me pregunten de donde la sacó porque literalmente, no lo sabía, me había conseguido un par de bolsas de ropa para por lo menos asegurarme de que estuviera vestida con todos esos hombres escoltándonos cerca.

Eso fue lo que él dijo, aunque no lo tenga que decir para hacérselos saber.

Cuando llegamos a la pequeña ciudad que había detrás de la montaña, Casey utilizó gorra y gafas al igual que yo. Supuestamente Mac le había dejado dicho que necesitábamos usarlo para no llamar tanto la atención con nuestros rostros, pero así la llamábamos más.

—Vayamos a comer, estoy muriendo de hambre. —Le digo a Casey cuando el coche donde íbamos se detiene.

—Relájate mamacita, nos reuniremos con alguien y puedes pedir algo si deseas.

Frunzo el ceño cuando me hace bajar, estábamos en un restaurante de esos a los que Charlie me llevaría si estuviéramos de vacaciones. Claro, se me olvidaba que Casey puede hasta tener más dinero que el propio Barry Grayson.

—No quiero ser imprudente pero, ¿Con quién vamos a reunirnos?

Casey no me respondió, supongo que sí fui imprudente.

Me tomó de la mano y me guío dentro del restaurante sin siquiera mencionar quién era al camarero que nos podía guiar a la mesa. Es más, el chico solo asintió con su cabeza a Casey y sonrío apenas.

Nos abrimos paso entre las mesas llenas de personas hasta a una que estaba pegada a un ventanal, había una mujer que tenía un gorro playero y unas gafas enormes. Apenas y podría reconocerla si la conociera.

Casey me hace sentarme en la silla junto al ventanal y se quita lo que lleva encima.

Así que yo también me quito el gorro y las gafas.

—Espero que tengas una buena explicación. —Dice Casey llevándose la copa de agua a los labios.

La chica ni se inmuta, y yo miro entre ambos.

— ¿Ni siquiera vas a presentarme? —Pregunta la chica.

—Habla. —Dice Casey en un tono calmado que da miedo.

La chica se inclina en la mesa estirándome la mano, se quita el gorro y cuando ve que yo no le estrecho la mano se quita las gafas.

Voy a matar a Casey.

Nos quedamos mirando por al menos dos minutos, ya Casey sentía la tensión que había entre nosotras pero él mismo sabía que no era por ella por quién estaba enfadada.

—Déjame adivinar. —Habla Casey. —Me fuiste a visitar un día llamado martes, y algunos de los policías te dieron un recado donde Mike te mandaba saludos y mencionaba lo hermosa que eras. Me preguntaba porque no fuiste las dos siguientes semanas a visitarme si no después.

Melanie, porque sí, era la misma Melanie por la que estábamos peleando anoche.

Lo mira y se queda callada.

—Te daré una oportunidad de explicarte. —Le dice Casey.

—A estas alturas no valen tus amenazas, Casey. —Responde Melanie.

Lo siguiente que pasa, es que uno de los cuchillos que adornaban la mesa que teníamos que utilizar para la comida estaba entre medio de la mano de Melanie. Solté un chillido ahogado y Casey puso un brazo en mi pecho evitando que me levantara, no estábamos seguros cuál chillido llamó la atención de todo el mundo. Si el mío por la sorpresa o si el de ella por el dolor.

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