O1 - Incomodidad

8.6K 187 55
                                    

» 5 de octubre de 2018

Siento cómo zumban mis oídos y comienza a picarme la garganta. Me molesta profundamente. No sé qué hago acá, para qué vine o en qué momento me iré. Sé que quizás debí haberlo hecho hace unas horas, o ni siquiera haber aparecido en primer lugar, pero ya estoy en este lugar oscuro que huele a mezcla de sudor, humo, alcohol y marihuana. Todo el mundo parece disfrutarlo, todos parecen distantes, ajenos, desconocidos, aunque a muchos de ellos los conozca, sólo de vista, por supuesto, porque muy adentro mío siento que ninguno de los que están acá acorralándose como sardinas puede llegar a tener el privilegio de mantener una conversación conmigo. 

No, definitivamente ninguno es digno.

Nunca fui fanática de este tipo de lugares, o de eventos, mejor dicho. Sí me gusta bailar, pero con personas que conozco, no con un no-se-quién que manosee todo mi cuerpo. En este momento tengo un centenar de lugares en la cabeza en los que prefería estar en vez de este, pero en fin, ahora estoy en el salón de esta torre altísima, festejando el cumpleaños del nuevo ¿novio? de mi mejor amiga, rodeada de rostros que he visto más de una vez, y otros que no conozco.

No aguanto más el olor asqueroso del lugar, el calor, la falta de aire. Paso por entre la gente sudorosa. Para seguir avanzando tengo que moverme al ritmo de la música, al ritmo de las personas que bailan amontonadas en ese salón. Busco la puerta y por fin, salgo. Un pasillo no muy largo me lleva al ascensor. Entro hiperventilándome y presiono el número 26. 

Tranquila, no te vayas a desmayar, en cuanto llegues a la terraza vas a poder respirar. 

Vas a estar bien.

Me repito estas palabras a mí misma en lo que el ascensor demora en subir hasta el piso 26. Parece una eternidad, pero solo son unos pocos segundos. Una vez que las puertas se abren, salgo casi corriendo hacia la terraza. Aire fresco y... casi puro. Por fin.

¿Cómo mierda fue que acepté venir en primer lugar? ¿Qué estoy haciendo acá, totalmente ignorada por el resto de las personas que estaban en ese salón? En este momento, mi mejor amigo es mi vaso de cerveza casi lleno. Frente a mí, la ciudad se extiende iluminada y tranquila, como ajena a todo lo que estaba sucediendo. La torre es tan alta que se puede ver no solo el río, sino también el país al otro lado, Uruguay. Suspiro y sueño con el día en el que pueda pagar una vida como esta. Sí, en un millón de años quizás. 

La terraza era enorme, con sillones blancos, plantas, y mesas, al otro lado se encontraba la piscina, el spa y un gimnasio. Me tomé el tiempo de recorrerla completa y, luego de terminar mi cerveza, me senté en uno de esos sillones, con la vista fija en esta nueva ciudad que me recibía con los brazos abiertos. Busco una caja de cigarrillos que sé que tengo guardada en el bolsillo interno de mi campera de jean. Saco uno y lo prendo. No, no fumo todos los días, solo de vez en cuando, en momentos de incomodidad, ansiedad o nerviosismo.

» 21 de septiembre de 2018

La música sonaba tan fuerte que apenas podía escuchar lo que Romina me decía. De todas formas ya me sabía de memoria su discurso. Siempre se trataba de lo mismo: conocía a un chico por alguna de esas apps de citas, se veían y ahí podían pasar dos cosas. Si todo iba bien, pasaban la noche juntos y ella me contaba sobre su noche con lujo de detalles, y claramente esa parte me era indiferente, mucho más que cualquier otra. Si todo iba mal, ella se pasaba la noche llorando en su cuarto con un té de limón porque nunca tenía efectivo para el helado. Así y todo, las veces en las que las cosas salían bien, sus relaciones no duraban más de dos o tres semanas. Romina era tremendamente detallista, y podía dejar ir un buen partido por algo tan simple como un lunar en el lugar equivocado. En fin, esta vez las cosas habían sido positivas, ya que, por más que no escuchaba una palabra de lo que decía, la veía sonriente... más de lo normal.

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Where stories live. Discover now