XXIII (parte 1: mañana)

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Narra Raúl

Llegó el gran dia, me desperté emocionado. Tocar ante la familia De Luque era una oportunidad única en el mundo. Haría un concierto de 2 horas, tenía todas las piezas ya pensadas, practicadas, memorizadas y perfeccionadas.
El día anterior, después de la visita de Borja decidí salir momentáneamente del pozo en el que estaba e hice videollamada junto a los chicos. Estuvimos hasta tarde jugando a la play, riendo y contándonos cosas. Salió el tema del recital de piano, todos estábamos muy emocionados. Ellos por ir a un sitio así y yo por tener esa oportunidad de tocar ante tanta gente, aunque ellos lo desconocían. Nos pusimos a hablar sobre como les iba con sus respectivas parejas. Guille nos confesó que se había dado un tiempo con David, pero que no era nada serio. Alex, con una sonrisa en la cara, comentó que tanto él como Frank estaban genial y finalmente Rubén presumió de su pareja. Adoraba a estos chicos. Mientras estábamos en videollamada, nos enseñamos los trajes que llevaríamos para el sábado. Alex iría con un traje azul oscuro y una camisa blanca debajo, igual que Guille. Rubén iría con una camisa negra y unos pantalones formales negros. Realmente estaba impresionado, se lo habían currado. Yo iría con un traje negro con corbata. Típico, pero formal. Quedamos en vernos todos ahí.

El recital empezaba a las 17:30, pero la família De Luque me pidió ir una hora antes, y quien era yo para negarles nada. Salí de la cama y fui a la ducha para relajarme. Cuando salí del baño después de lavarme, me vestí con ropa cómoda. Desayuné algo ligero y fui al piano a practicar para el recital.
La lista era bastante diversa, había desde piezas conocidas a otras menos conocidas, más fáciles y menos fáciles, pero nada que yo no pudiera tocar. Empezaría tocando de Rachmaninoff, seguiría con Ravel, Mozart, Chopin, Schubert, Debussy, Bach, Tchaikovsky y Liszt. Como no me habían dado indicaciones de ningún tipo, tenía la libertad para tocar lo que quisiera y se lo agradecí muchísimo. Las piezas que tocaría tenían un gran valor sentimental. Empecé por Rachmaninoff un gran autor para empezar el recital. Seguí tocando las piezas hasta que terminé un rato después. Eran las 12, por lo que opté por ver una película mientras hacía tiempo. Tenía los nervios a flor de piel, apenas me concentré en la película. Cuando terminó, cogí el móvil y pedí comida china (como hacía siempre que tenía algo importante), esperé que llegara la comida y de mientras puse la mesa. Comía solo, como de costumbre. Mis padres estaban fuera por trabajo y me enviaban dinero para pagarme el piso y lo que necesitara, por lo que no me hacía falta trabajar.
Después de un rato llamaron a la puerta, abrí, pagué la comida dejando propina y fui a la cocina para comer. Me encantaba la comida china. Al terminar lo tiré todo, miré la hora y decidí empezar a vestirme. Cuando terminé, me miré al espejo. Bien. El traje me quedaba bien. Me cepillé los dientes y me peiné. Ahora solo quedaba esperar a que pasaran a por mi. De mientras preparé lo necesario: partituras, móvil, cartera y poco más.
Cuando terminé llamaron a la puerta, abrí y un hombre bien vestido corroboró mi identidad, cerré la puerta y me llevó hasta un precioso coche negro. Me subí y arrancó llevándome hasta el auditorio donde se haría el recital. Estaba nervioso.
La família De Luque era una família muy adinerada. El padre era un famoso abogado y la madre era una muy prestigiosa doctora. El recital fue organizado por la madre, era una gran apasionada del piano y, gracias a distintos contactos, llegó hasta mi. Me preguntó si estaría disponible y yo acepté. Un sueño menos que cumplir, tocar ante ellos era un privilegio.
Después de una hora de camino llegamos. Me bajé del coche y miré el imponente edificio que se alzaba ante mi: un precioso edificio blanco con múltiples cristales se alzaba ante mi, acompañe al hombre del coche hacia el interior. Cuando entré a la sala me quedé sin palabras: una enorme sala con asientos negros y un escenario elevado se mostraban ante mí. El auditorio tenía distintas plantas, pero todas tenían buena vista al escenario. La decoración era sencilla pero elegante, paredes blancas en contraste a las sillas con decoraciones doradas. Andé por la sala observado cada detalle de esta. Me acerqué al escenario y un imponente piano negro de cola decoraba el centro. No hacía falta más, el piano decoraba todo el escenario. Me senté y acaricié las teclas, dios cuantas ganas de tocarlo. El hombre me dijo que podía practicar ya que en media hora vendrían los De Luque a darme la bienvenida y todo. Me acomodé en el asiento de terciopelo granate y me puse a tocar algo de Chopin comprobando como se escuchaba. Vaya, había un muy buen sonido.
Después de unos minutos de los que no fui conscientes la puerta se abrió.

Fine Line (Luzuplay) [En edición]Where stories live. Discover now