XXXI

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Narra Raúl

Volvía a estar ingresado, podía suponer el motivo por la venda que había en el brazo izquierdo. Alex, Guille y Rubén estaban sentados en las diversas sillas, estábamos hablando de lo mala que era la comida del hospital y, por primera vez en semanas, riendo junto a mis amigos. Hasta que le vi al fondo del pasillo, vestido con una sudadera negra con la capucha levantada y un chándal gris. A su lado estaban Sam, David y Frank. Le estaban cogiendo. Mi mirada seguía fija en aquel pálido rostro con ojeras marcadas que tiempos atrás me había hecho gemir como nadie y disfrutar como si fuera mi última vez en el plano terrenal.
- Raúl, ¿Todo bien? - Alex me miró preocupado por haberme callado de repente, lentamente se giró hasta donde yo estaba mirando. - Chavales, tenemos un pequeño problema - susurró el chico bajito.

Narrador omnisciente

A ojos de los ocho chicos, todo pasó demasiado rápido: Borja consiguió zafarse del agarre de sus amigos, Alex y Guille intentaron cerrar la puerta para evitar que entrara, Rubén abrazaba a Raúl evitando que este entrara en pánico, Samuel y David corrían detrás de Borja para evitar que entrara en esa pequeña habitación. Pero nada funcionó.

Borja irrumpió en la pequeña sala, acercándose a Raúl llorando y suplicando que le perdonara. Mientras, el chico ingresado seguía abrazando a Rubén y Sam, junto a Frank y David separar a Borja de esa camilla y de Raúl. Pero nada funcionó.
La desesperación de una persona con el corazón roto para recuperar a su amado era lo único que se escuchaba en el ambiente, junto a súplicas para que el chico de pelo castaño abandonara la sala y le dejara reposar física y mentalmente. Los demás invitados no sabían como actuar. ¿Sacaban a Borja de la sala? ¿Los dejaban solos para que hablaran? ¿Llamaban a seguridad? ¿Se quedaban quietos para evitar cualquier situación desastrosa o problemática que pudiera haber?

Narra Borja

- Escuchame Raúl, volvamos a empezar. De cero, como si nada hubiera pasado. Como dos desconocidos que se gustan y tienen citas y hacen cosas de personas que se gustan. Pero porfavor no me dejes, no puedes irte de mi vida así como así. Volvamos a empezar, todo estará bien, nosotros estaremos bien. Raúl porfavor. - Borja, deja el show que no hay tarima. Raúl te odia, te desprecia y tu estas haciendo el puto ridículo. Raúl no contestaba. Genial, lo que me faltaba.
- Borja porfavor, no... No hagas esto más complicado - Raúl tenía los ojos llorosos. - Dame tiempo, he de sanar. Cuando yo sane, podré darte lo que necesitas. Esto no es solo tu o solo yo, es ambos - noté como me acariciaba la mejilla - Dame tiempo, date tiempo.
- No puedo Raúl, te necesito. Te echo de menos. Porfavor, dame otra oportunidad. Dejame ayudarte a sanar, dejame cuidarte y quererte como es debido y mereces. Dejame escucharte tocar el piano. Porfavor Raúl. - estaba al borde del llanto. Joder, que difícil era todo.
- Borja, venga vamos a tomar el aire - Frank me levantó y me sacó de la habitación. No opuse resistencia alguna.

Narrador omnisciente

David, Frank, Borja y Samuel estaban en la cafetería. Parecían una família, Samuel y David echando la bronca a Borja, este con la cabeza agachada jugando con su café y Frank defendiéndole.
- ¡¿PERO NO VES QUE SE HA IDO CORRIENDO HACIA RAÚL?! QUE PODRÍA HABERLE HECHO DAÑO FRANK. - gritaba Samuel al borde del enfado.
- LE QUIERE JODER, QUIERE ESTAR CON ÉL. DÉJALE QUE LUCHE. Tu harías lo mismo por Rubén. O peor, conociéndote como te conozco.
Samuel bufó enfadado. - Pero no es cosa de Rubén y yo, es cosa de Borja y Raúl. Un mundo aparte. Situaciones distintas.
- Pero tienes que entenderle Sam. Se han distanciado de forma repentina, sin apenas explicaciones. Normal que Borja esté así y Raúl esté como está. Deja que haga lo imposible por él. Déjale querer - Después de las palabras de Frank, Samuel se relajó un poco.
- La próxima vez que llore, le pagas tu el sushi. - dijo el de ojos morados resignado.
- ¡Hecho! - Frank abrazó a Borja.

En la habitación

Raúl se encontraba herido, culpable y una mierda. Se sentía tóxico. Todo lo que amaba se alejaba de él por su maldita culpa. Primero Jaume y Dani y luego... Borja.
Raúl necesitaba oler de nuevo esas sudaderas que tan grande le iban y que le embadurnaban del olor del mayor. Ese café mezclado con el olor propio de Raúl (muy dulce, como si miel fuera) era como una adicción prohibida para él. Igual que amar a Borja. Para Raúl, Borja era como la fruta prohibida del paraíso: si lo tomaba, sería destruído. Y es que Borja era su fruta prohibida, teniendo en cuenta que su relación se basó en sexo. Sucio y salvaje sexo.

Fine Line (Luzuplay) [En edición]Kde žijí příběhy. Začni objevovat