XLIII💭

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Narra Samuel

- Rubén... Cariño despierta, el avión sale en 4 horas - empecé a darle besitos en el cuello y por toda la cara intentando despertarle.
- Sammy tengo sueño - murmuró abrazándome.
- Dormiras en el avión, venga tontito despierta - le aparté la manta, Rubén siempre dormía en boxers, estuviéramos a 39°C o a -5°C. - Venga cielo, que nos vamos a Noruega - sonreí cogiéndole del brazo y arrastrándole como podía hasta el baño. Le metí en la ducha - perdoname mi amor - encendí el agua que casualmente estaba fría, Rubén soltó un grito.
- ¡Hijo de puta! ¡Que está congelada joder! - cogí una toalla y se la tiré a la cara.
- Por no levantarte. Venga vístete y vamos - sonreí burlón y fui a prepararlo todo.

Después de mucho, mucho rato estábamos ambos embarcando de camino al país natal de Rubén, cuando llegamos a nuestros asientos, Rubén se sentó al lado de la ventanilla.
- ¿Te dormirás chiqui? - le pregunté acariciando su mejilla.
- Me has despertado a las 3:30 de la mañana después de estar el dia anterior follando demasiado. Pero como tu eres el activo no te preocupas del cansancio - me sacó la lengua y bostezó.
- ¡Rubén! No hables mal y no seas tan dramático. Venga tontito a dormir - sonreí dejando que apoyara su cabeza en mi hombro.

Entrelacé mis dedos con los suyos y con mi pulgar acaricié su mano notando como se iba relajando lentamente. Pobre, en dos horas hacíamos puente en Frankfurt por lo que su sueño sería breve. Breve pero lo suficientemente largo como para que después no se quejara del cansancio. El avión despegó y, como pude, me puse a mirar por la ventanilla admirando el bonito amanecer. El cielo se pintó de bonitos tonos naranjas y rojizos. O como Rubén decía, el cielo encendía su luz. Nunca entendí a qué se refería. Después de un rato, llegamos al aeropuerto de Frankfurt, desperté a Rubén y esperamos para el siguiente vuelo que nos llevaría hasta Oslo y de ahí, con otro vuelo, a Bergen. Estaba muy nervioso por conocer a la família de Rubén, por suerte hablaban un poco de español. Por lo que esperaba que no pasara nada raro o tener que usar a cierto noruego como traductor.

[...]

Después de mucho, mucho rato llegamos, por fin, al bonito pueblo de Rubén. Un conjunto de casas rústicas rodeadas por grandes y nevadas montañas decoraban el paisaje y, obviamente, frío. Mucho frío. Entré en casa de Rubén, este me había avisado de que no habría nadie. Su casa era muy familiar: muchas fotos familiares colgadas en la pared, una chimenea encendida haciendo el ambiente más cálido, dos tazas de chocolate en la mesa con un pequeño papel donde según Rubén ponía ''Para tu querido y para ti, ahora nos vemos cariño. Recuerda calentarlo.'' Y muchos otros pequeños detalles que hacían de ese lugar un sitio el cual, si estuviera solo con Rubén, podría llamar hogar.

Subimos a "nuestra" habitación y empezamos a guardar nuestra ropa en una bonita cómoda blanca. La habitación de Rubén era acogedora: una bonita cama decorando el centro de la habitación, una mesita de noche con fotos de Rubén con amigos suyos, una estantería llena de mangas, merchandising y libros y paredes decoradas con posters, ventanales y cuadros. Sí, esa habitación llevaba el nombre de Rubén nada más entrar. Cuando terminamos de guardarlo me apoyé en la cómoda mirando a la preciosidad de novio que tenia, aunque la culpa de lo que hice con Guille seguía presente. ¿Debería hablarlo con Rubén? Probablemente. ¿Era necesario hacerlo ahora? No.

Rubén hizo una adorable mueca, le miré confuso.

- ¿Qué? - murmuré volviendo a la realidad y saliendo de mis pensamientos.

- No me estabas escuchando - dijo susurrando.

- Lo siento, estaba pensando en tu habitación. Te define a la perfección - mentí abrazándole - Te quiero mucho pequeño dios noruego - besé su frente. Noté como me devolvió el abrazo con más fuerza. Lo siento pequeño, no te mereces nada de lo que ha pasado.

- ¿Te apetece ir a pasear un poco? Así te enseño el pueblo. - sonrió contra mi pecho.

- Vayamos - sonreí apartándome de él lentamente. Cogí el abrigo y lo necesario para no tener mucho frío. Salí junto a Rubén admirando las preciosas vistas.

Narra Rubén

Empecé a explicarle cosas a Samuel sobre el pueblo, con anécdotas.

- Y ahí fue donde la policía me detuvo por tener un arma de fogueo. Ya te contaré la historia - sonreí señalandole los distintos lugares a los que me refería.

- Vaya, tienes mucha historia aquí - Samuel rió a lo que yo sonreí.

- Sí, pasé muchos buenos momentos aquí. Pero ahora tengo otras historias con la mejor persona - Le abracé dándole un corto beso sonriendo a lo que él me lo devolvió.

- Te quiero pequeño - murmuró contra mis labios.

- Yo también cariño - le respondí bajito dándole un beso cargado de amor y confianza.

Fine Line (Luzuplay) [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora