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Su mente quedó en blanco por todo el recorrido, el cual sintió más que corto porque ya estaba fuera de aquella casa que sabía reconocer a la perfección y aquel hombre le abría la puerta en invitación para que saliera, lo cual hace y sus nervios se incrementan.

¡Estaba transpirando, por Dios!

El hombre le reverencia —cosa que le incomoda un poco— para luego señalar la puerta principal y volver al vehículo el cual se retira de la residencia, eso lo extraña pero no le da importancia ya que tiene otros asuntos más interesantes a tratar, luego de cruzar esa puerta que se encuentra frente de él.

Inhala con fuerza y lleva su mano temblorosa a la superficie de aquella puerta, da dos toques a esta y espera. Salta en su lugar al la puerta abrirse ella sola, duda en entrar pero al final lo hace, sólo porque no cree en las cosas de terror sino en estos momentos estaría más que asustado por aquel hecho muy parecido a esas películas que le gusta ver. Pero eso no quita que se sobresalte al escuchar la voz robótica de Rebeca.

Bienvenido a casa. —Suelta aquella voz. Automáticamente el menor busca la presencia del mayor por aquella casa, más no encuentra nada. Con paso lento se dirige a la pequeña estancia donde anteriormente estuvo con el Señor Kim, donde él...

Sacude su cabeza en son de despejarla y no pensar en esa escena que está más que grabada en su mente y no ha parado de martillar hasta el punto de hacer una erección, cosa que estos momentos no le apetecía. Su mirada viaja por el hermoso lugar de nuevo, viendo aquellas paredes blancas con toques de madera que le hacían ver como una casa moderna, pero al mismo tiempo no, era raro. Su mirada se posó en una fotografía que no había visto, dónde dos señores sonríen mientras abrazan a un niño que se encuentra dando la espalda. Suponía quien podría ser.

—¿Esperaste mucho? —La fuerte voz lo sobresalta. Voltea lentamente hacia donde la voz provino y se topa con el gran Señor Kim quien le sonríe.

El menor niega con su cabeza para luego soltar un bajo "No" y apreciar al hombre frente a él. Estaba con sus manos metidas en sus bolsillos, con una postura desinteresada. Usaba un suéter de lana con unos pantalones de pinzas que le hacían lucir muy casual, nada que ver con el imponente hombre que había apreciado en sus últimos encuentros. Admiró la belleza desbordante del mayor, permitiéndose suspirar interiormente por lo muy bien que se miraba.

El mayor sonríe entre dientes y se inclina hacia él. —¿Satisfecho con lo que ves? —el menor desvía la mirada y se siente morir de vergüenza ahí mismo. Muerde su labio inferior tratando de controlar su nerviosismo y latidos de su corazón que se desbordan con el acercamiento y lo dicho. No era de sonrojarse, pero creía que si le decía algo más, seguro lo haría.

El mayor ríe y se aleja para tomar asiento y con una seña le hace saber que desea que él haga lo mismo, el menor capta las ordenes y se sienta frente a él, el mayor sonríe de medio lado. Aún le sorprendía que el menor actuara de esa manera, sabiendo que le había dado su espacio para que pensara y se relajara con el tema, para que estuviera más que consciente de lo que pasaría, y vaya que él había realizado demasiado esfuerzo con ello.

Haber esperado todo este tiempo, desperdiciar un mes de los tres que estaban estipulados era un muy gran esfuerzo ya que sabía que los dos meses que tendrán no serán suficientes para él, ya que el menor no aguantaría su ritmo, eso estaba seguro, a parte de que obviamente ambos tienen cosas que hacer y no podrán aprovechar al máximo. Por lo mismo es que había dejado pasar este tiempo, para que el azabache tuviera un tiempo libre de las preocupaciones universitarias y por su parte, adelantó trabajo para poder disfrutar este fin de semana al chico frente a él, porque estaba más que claro que había investigado y puesto al tanto de lo que sucedía al rededor del menor, así poder tenerlo con él, sin interrupciones.

El Elegido del Señor Kim |KookV|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora