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—Señora... le digo que no puede pasar. —repetía la secretaria con un poco de pena.

—¿Cómo qué no? ¿Sabes quién soy? —exasperada, la mujer gruñe sus palabras.

—Sé quién es, quienes son —se refiere a los dos mayores—, pero el señor Kim está ocupado y no quiere ser interrumpido.

—¿Ocupado? ¿Qué es más importante? Esto es el colmo ¡soy su madre!

Y sin importarle, empezó a caminar para dirigirse a la oficina de su hijo, siendo seguida por su esposo quien estuvo al margen todo el tiempo.

Se armó un tremendo alboroto con la secretaria intentando pararlo, la señora alegando por ser interrumpida, todo un desastre que entró a aquella oficina donde dos personas estaban con sus emociones y sentimientos a flote.

TaeHyung al ver a sus padres entrar, rápidamente les dio la espalda, limpiando las traicioneras lágrimas que se habían escapado, no quería que sus padres le vieran así. 

—Lo siento señor —dice la chica—, ellos...

—Está bien... puedes retirarte. —le dice en casi un susurro.

—Ves... sabía que mi hijo no sobrepondría algo por encima de nosotros. 

Palabras que calan en los contrarios, al saber el peso y realidad de esas palabras.

La chica se retira con reverencias y deja en un silencio sepulcral a los cuatro en aquella oficina.

TaeHyung para este momento ya los estaba encarando, con una sonrisa que flaqueaba un poco. Estaba nervioso, tenía en una misma oficina, a las personas más importantes en su vida y eso era aterrador.

Los mayores intercalaban sus miradas de Jungkook a su hijo, y se detenían más que todo en el menor, el por qué se encontraba ahí, cuál era la necesidad de que ese chiquillo estuviera con su hijo y por qué era "importante". Por sus fachas se podía apreciar que sólo era un chico corriente.

Lo más extraño era la tensión que se podía notar en el ambiente, los rostros contraídos y los ojos brillantes, una extraña sensación.

—Hijo... —pronuncia palabra por primera vez el mayor de los cuatro, el señor Kim—. Nos dijeron que estabas ocupado... pero... dudo de eso. ¿Quién es el chiquillo?

—Oh... bueno... él...

Las palabras se atoraban en su garganta, su frente empezaba a sudar y el nerviosismo lo recorría. ¿Qué les diría? Él no podía sólo soltarlo ahí así nada más.

Su mirada viajó por todo el lugar, buscando esa valentía de la que carecía. Todo hasta que se topó con la mirada expectante del azabache, quien le miraba con esperanza y una pizca de ilusión, que, al toparse con su mirada se fue...

Jungkook no era tonto y sabía lo que aquel rostro y ojos expresaba. Todo era tan claro para él que dolió. Le sonrió para poder reconfortar a su mayor, para hacerle saber que todo lo que dijera, él lo tomaría y estaría de acuerdo.

TaeHyung tragó fuerte al ver las caras de espera de sus padres y la del chico que... en esas circunstancias aún le demostraba que su amor era tan puro y cálido. 

Era una mierda de persona. TaeHyung lo sabía.

—¿Él...? —presiona su madre y voltea a ver al chico—. ¿No hablas o no puedes presentarte? —su voz era un tanto tosca al decirlo sin una pizca de interés. Ella sólo quería quedarse a solas con su hijo y el chiquillo seguía ahí. 

—Lo siento. —Se disculpa el menor con una pronunciada reverencia, la cual mostraba el respeto a sus mayores—. Mi nombre es Jeon Jungkook, un placer. —Y vuelve a reverenciar.

El Elegido del Señor Kim |KookV|Where stories live. Discover now