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Después de haber tenido esa pequeña y un tanto incómoda —para Jimin— charla, los dos se habían quedado en silencio. TaeHyung suponía lo que su amigo castaño pensaba, que estaba exagerando, que sólo era sexo como siempre, que está mal, que debe buscar a un hombre que lo comprenda, blah blah.

Jimin siempre había sido así, siempre le repetía lo mismo, pero él había dejado de pensar en ello, había dejado de tener esperanzas en encontrar a una persona que lo amara como tal, que no le importara tener su relación en secreto que lo amara sin importar las cámaras. Siempre había querido una relación genuina, pero no todo se podía, los hombres siempre querían más, ya que obtener la atención que vendría con un escándalo como el de su orientación sexual, no estaría mal para nadie, y más, teniendo como premio al hombre que muchos desean y jamás han tenido la oportunidad de tener algo oficial. TaeHyung detestaba eso y si sus sentimientos estaban bien, él lo estaría, siempre y cuando, su apetito sexual esté saciado sin importar la manera.

—Cuando utilizarás los zapatos correctamente ¿eh? —Jimin lo trae a la realidad de nuevo, cortando el silencio con esas palabras. 

TaeHyung volteó a verle y le sonrió, se encogió de hombros para luego observar sus zapatillas que estaban dobladas por la parte del tobillo el cual podía verse cubierto con una fina puntera trasparente.

Ese era un mal hábito a ojos de su amigo, pero que sin duda a él le gustaba. No soportaba mantener sus pies encerrados todo el tiempo y cuando tenía la oportunidad hacía eso o se los quitaba.

—El día en que mi hermano y yo podamos coexistir en armonía. —Bromea y su amigo sonríe.

—Tonto. —su pequeña risa cesa y poniendo su rostro un poco más serio, prosigue—. Volviendo a lo anterior... ¿Estarás bien? digo..., ¿deseas contarme? —tímidamente le dice.

No sería un hijo de puta y como siempre apoyaría a su amigo, aunque no esté del todo de acuerdo con él, pero al final siempre estaría ahí para TaeHyung.

El pelinegro le sonríe y se dirige a los pequeños sillones en su oficina para sentarse ahí. Le empieza a narrar a su amigo lo hecho con el menor, recalcando que su polla era excelente y que le encantó volverla a probar en su boca de nuevo, porque sí, lo de la primera vez ya le había contado y lo que obtuvo fue un regaño por tomarse tal atrevimiento sin conocer los resultados del chico.

Narró el cómo pasó el mejor fin de semana con el muchacho, lo cómodo que se sintió, lo agradable que fue charlar de cosas triviales con él, la manera en que convivieron y cómo cogieron como conejos. 

No le avergonzaba, nunca le había escondido a Jimin nada y era mejor bonus que él llevase todos los papeleos legales. Siempre le contaba sus experiencias, obviamente omitiendo cosas, no es como que desea abrumar a su amigo y ponerlo incómodo, sólo le hacía saber su emoción y el cuánto había disfrutado.

—No exageres. —rió el más bajo—. ¿Más de 18 cm? ¡por favor! ni mi Nammie llega a tanto, y mira que... —hizo una seña con sus manos—, tu entenderás.

—¿Sabes cuánto le mide? —pregunta sorprendido.

—Pues claro... es mi Nammie —ríe—. Y tal vez... un día... borracho... ¿lo hice? —con inocencia dice y eso causa risa en el pelinegro—. ¡No te burles! A menos sé cuánto mide, y él está sobre el promedio, así que no creo que el chiquillo ese le mida tanto. —se defiende.

—Bueno... quizás si estoy exagerando. —Acepta—. Y me dejé llevar por la emoción, pero de que tiene un buen tamaño, lo tiene. —Asegura.

—Si se la mides, me cuentas. —con risa le dice.

—Eso es más que seguro... 

Un pequeño silencio se extiende luego de que sus risas se calmaran y con picardía el castaño mueve las cejas de arriba a abajo mientras mira a su amigo quien ya lo ve venir.

El Elegido del Señor Kim |KookV|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora