Treinta y dos

341 80 9
                                    

Sentía su respiración pausada sobre mi pecho, él solía ser el primero en despertar y comenzar a revolotear por todo el departamento, haciendo preparativos para el desayuno, cantando y ordenando, siempre era igual, por lo que verlo permanecer acurrucado junto a mi durante horas, sin moverse en lo más mínimo, llamó mi atención demasiado.

Tenía sensaciones contradictorias, parte de mi estaba emocionado al descubrir que ahora él podía sentir mi aroma, mi lado más instintivo se sentía dichoso, él sabría cuánto lo quiero y lo mucho que me importa, pero ¿a qué precio? Ayer antes de dormir me preocupé bastante al ver que el sangrado de su nariz no paraba, y si bien, mi omega me decía que era por la cantidad de sensaciones desconocidas que estaba sintiendo.

Besé su frente y lo abracé fuertemente.

Cuando finalmente despertó me exigió haciendo muchos pucheros, ir a comer algo a una pastelería cercana, según él, tenía una necesidad indescriptible por comer algo dulce, y recordó los pasteles de crema de lúcuma que allí preparaban, para mi gusto eran malísimos, estaban preparados con un biscocho simple de vainilla y el relleno era de crema de lúcuma, bastante dulce, pero no discutí nada, solo asentí y me puse de pie.

Me bañe primero y luego esperé sentado en el sofá, debo decir que se sentía muy bien tenerlo revoloteando cerca de mí, que preguntara cosas desde el segundo piso, dónde estaba su camisa, si la había lavado o si estaba en la sesta de la ropa sucia, era una dinámica completamente hogareña y doméstica.

En las últimas semanas me había comenzado a dar cuenta como mi propio departamento estaba cambiando, había ropa que no era mía, un cepillo de dientes que no me pertenecía, una taza con un diseño de perrito, cajas con cereales de chocolate, mantas de colores fuertes, al costado del gran ventanal que cubría el ancho de mi hogar, había un ficus bastante grande y bonito, recuerdo que Tae lo trajo entre jadeos porque decía que era demasiado pesado pero aun así lo acarreó caminando por veinte minutos, yo me burlé de él y le dije que no tenía muy buena mano para cuidar plantas, pero él insistió en que mi departamento era muy gris, que necesitaba abrir mis cortinas y que la luz entrara para iluminar todo, además una planta era perfecta para darle un toque hogareño; a veces siento que eso mismo hizo conmigo, abrió las cortinas y dejó entrar la luz, él solo se instaló dentro, tal cual hizo ese ficus.

- Yoonie hyung, ¿de verdad no sabes dónde está mi camisa? Estoy seguro de que la había dejado en la sesta de la ropa sucia...

- Si quieres puedo revisar.

- No, no, no, olvídalo, me pondré algo tuyo y listo – diciendo esto cogió una camisa blanca que acomodó dentro de sus pantalones y ajustó su cinturón, le quedaba realmente bien. – Está un poco justa, me gustan las cosas holgadas, me siento expuesto con ropa así – dijo mientras bajaba la escalera y modelaba para mí, dando algunas vueltas luciendo la camisa que en efecto, se ajustaba bastante a su cuerpo.

- Si me preguntas, yo creo que te queda perfecto – dije mientras tomaba su mano para que se sentara a horcajadas sobre mí – cuando usas algo ajustado me dan muchísimas ganas de poner mis manos en tu cintura, es bastante pronunciada, tienes buenas curvas Kim Taehyung – dije con un poco de picardía.

- ¡Ay! No digas eso, qué vergüenza hyung...

- ¿Vergüenza? Vergüenza por qué... No puedo tener vergüenza cuando estoy admirando algo tan bello y delicado.

- Eres un ridículo – dijo besando delicadamente mis labios – ridículo.

- ¿Seguro que quieres salir? Podríamos ordenar algo por teléfono y acurrucarnos aquí todo el día, ninguno tiene que ir a trabajar hoy, podríamos simplemente quedarnos así... ¿Te parece?

- P-ero ese pastel de lúcuma, hyung... - Besé sus labios.

- Ese pastel ¿qué?

- E-ese pastel es tan delicioso, es esponjoso y suave, me encanta... Yo quiero comerlo – dijo entre pequeños susurros mientras luchaba por hablar entre besos.

- ¿Tanto lo quieres?

- Quizás... Quizás no lo quiero tanto... Quizás prefiero quedarme contigo – respondió enterrando su nariz en la curva de mi cuello, mientras yo acariciaba su espalda que tomaba una posición convexa ante cada toque – estoy tan feliz de poder sentirte alfa, estoy demasiado feliz, nunca pensé que podría hacerlo, y aquí estoy, embriagado con tu delicioso aroma que inunda toda la sala... Te quiero hyung.

- También te quiero Tae, demasiado, no tienes idea cuánto – decidí besarlo, pero ahora con necesidad, con ansias de poseerlo, de hacerlo sentir bien, de que sea mío, de monopolizar hasta la más escondida de sus células, y era una sensación que me daba miedo, me atemorizaba sentir una necesidad tan grande por alguien, jamás lo había sentido, siempre estaba la necesidad del espacio personal, de los límites físicos y emocionales, pero este niño había entrado a mi vida destruyendo cada concepción que había construido durante años, cada espacio de soledad al que estaba acostumbrado, era intoxicante su presencia, me abrumaba y daba miedo, pero no estaba dispuesto a dejarlo ir, y no me importaba si pudiese olerme o no, si me sintiera o no, tampoco me importaba que él no tuviese aroma, no lo encontraba necesario, no era necesario si mi amor por él sobrepasaba lo hormonal, era su totalidad la que me tenía desquiciado.

Con un impulso lo recosté sobre el sofá y me posicioné entre sus largas y delgadas piernas, él me miraba con los ojos brillantes y pasaba su lengua por sus labios para humedecerlos...

- ¿Ya no quieres tu pastel?

- No hyung, no quiero ningún pastel ahora... - respondió estirando sus brazos para atraerme hacia él, yo me acomodé para besarlo con más ímpetu, cuando sorpresivamente sonó el timbre.

- ¿Esperas a alguien? – preguntó entre susurros.

- Solo te espero a ti, a nadie más... Dejemos que toque hasta que se aburra – sonrió con gusto mientras desabrochaba mi camisa, pero ahí seguí el sonido insoportable, interrumpiendo constantemente.

- Ve a ver que quieren, ¿sí? – dijo alejándose un poco – es un ruido bastante molesto.

- Que fastidio – dije poniéndome de pie y caminando hacia la puerta, mientras mi omega se sentaba en el sofá, me giré para observarlo de reojo, tenía su cabello castaño muy desordenado, como si un ave hubiese puesto un nido allí, sus mejillas sonrojadas le daban una imagen tierna e inocente, completamente contradictoria con la actitud intrusiva que tenían sus manos hace algunos segundos atrás.

Tomé el pomo de la puerta y lo giré, mis ojos de seguro demostraron mi sorpresa y desagrado con lo que vi, frente a mí estaban las cinco personas que menos quería ver en ese momento.

- Lo siento Min – dijo el moreno mirándome con incomodidad, mientras yo desviaba la vista hacia mi mejor amigo quien no pudo mantener el contacto visual conmigo.

- Hyung, nos encontramos con Namjoon hyung y Hobi hyung en una cafetería aquí cerca, decidimos pasar a visitarte – dijo el menor de todos.

- Y-yoonie hyung, ¿cómo has estado? – preguntó con una voz quebradiza mientras sus ojos escaneaban todo mi cuerpo, de seguro deteniéndose en mi ropa desordenada.

- Jimin.

Fragancia [Taegi/Yoontae] Historia CompletaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora