Sesenta y cuatro

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Se sentía estúpido e inseguro de si mismo, al final tampoco es como que su existencia tuviese una gran importancia, parte de él pensaba que se merecía tener un papel secundario en todo, no tenía el atractivo de ser alguien interesante, y al final solo servía para hacer su trabajo y tener un leve reconocimiento.

Sentía su garganta doler y su pecho le pedía aire, pero era algo emocional y no físico, así que no podía correr al doctor para pedir ayuda, su problema era que no tenía con quién hablar. ¿Patético, no? Sus amigos, su familia, todo el mundo se mantenía lejos de él, como si nada de lo que le sucediese fuese lo suficientemente importante como para ser tema de conversación.

Sus intereses no los compartía con nadie, así que se los guardaba para sí mismo, no tenía con quien hablar, a quien comentarle el último libro que había leído, o su exposición de arte favorita, a nadie le importaba lo que había tras su imagen; así que lo escondía.

Su pecho dolía ante tantas cosas que quería gritar, pero ¿alguien escucharía? Lo dudaba. Cuando el amor llegó, lo volvió loco y lo destruyó, pensó que perdería todo, pero no había sido así, había sido reprendido y acusado de los peores crímenes, pero nunca llegó la sentencia, nunca nadie lo golpeó, nunca a nadie le importó por qué había hecho eso, todo siguió como si jamás hubiese sucedido. Y eso dolía.

Sentía como si su confianza se fuese desvaneciendo, finalmente, no tenía nada a lo que aferrarse, y eso lo llenaba de tristeza, una tristeza diferente a la de sus amigos, diferente a la de Yoongi, él chico mayor sufría por la presión que tenía sobre él, por las expectativas de todos; él en cambio, sufría porque no tenía nada.

Que estúpido se tuvo que haber visto rogando por atención, buscando el interés de aquel delicado chico, mendigando muestras de afecto que nunca llegaron. Que estúpida era la vida de Kim Namjoon.

Tenía ganas de ahogar sus penas con alcohol, pero también quería estar con alguien, que le dieran esa contención que necesitaba, pero miraba su teléfono y se daba cuenta que en los últimos días nadie le había hablado, solo recibió algunos mails de trabajo y nada más. No tenía a nadie a quien recurrir. Patético.

Cuando discutió con Yoongi, pensó que su amigo lo odiaría de por vida, pero no fue así, las cosas siguieron su curso, Min estaba molesto, pero no lo había eliminado de su vida. ¿Por qué no lo había hecho? Él había cometido un error dantesco, y que ni siquiera sabían las repercusiones que tendría, pero seguía todo igual.

Namjoon siempre soñó con encontrar a alguien con quien pudiese ser él, con quien sin importar lo descuidado que fuese, lo aburrido de sus gustos, o lo repetitivo que era, anhelaba que alguien sonriera con él, que caminara a su lado y respondiera a sus monólogos. Jimin había sido un bálsamo entre tanta bruma, pero no compartía nada con él, simplemente era un instrumento y un juguete sexual, sin alma y sin contenido. ¿Entonces estaba todo perdido?

Sintió su pecho doler nuevamente intentando reprimir sus lágrimas y pensaba que sería agradable tener a alguien con quien acurrucarse durante las tardes mientras veían una serie, o comentaban un entretenido libro, alguien que lo quisiera por quien era y no tuviese intensiones maliciosas. Pero Namjoon estaba en el fondo convencido de que moriría solo, que nunca encontraría a esa persona.

- ¡Volviste! – Dijo el chico con una sonrisa genuina en sus labios.

- Mmmm... – Musitó el moreno.

El beta lo miró unos segundos y al no recibir mayor respuesta le indicó un asiento cerca de la barra para que se ubicara, a lo que el chico más alto asintió sin mucho ánimo.

- Tienes una cara terrible de funeral... Disculpa, si vienes de un funeral mi comentario fue bastante inapropiado.

- No vengo de un funeral.

- Pero así parece. ¿Algún problema? – Preguntó curioso.

- No particularmente.

- ¿Un latte? – Namjoon asintió. – Si no hay razón para estar triste, no lo estés, mira que luego te arrugas y pareces un abuelo a los 30.

- Quizás esté arrugado en un par de años entonces. – Soltó el moreno sin mucha expresión.

- Estás muy apagado.

- Creo que la última vez que nos vimos estaba algo energético, viste un lado poco usual de mí, la mayor parte de las veces no soy así, soy algo aburrido. – Dijo tomando un sorbo de agua.

- No creo que seas aburrido, solo eres algo excéntrico, y yo también soy excéntrico, no te lo digo para hacerte sentir bien, eres un alfa tonto como todos, pero puedo ver que eres buena persona, y... Deberías dejar de pensar tan bajo de ti mismo. – Namjoon lo miró sorprendido, realmente no le había dicho nada para que concluyera eso.

- ¿Vamos por un trago después de mi turno? – Soltó repentinamente.

- Está bien.


 Tuvo que esperar al sonriente chico un poco más de una hora, y se preguntó muchas veces por qué no simplemente se iba, estaba apenado porque realmente no tenía nadie más con quien hablar, y no era que le contaría todos sus problemas a Seokjin ni mucho menos, pero realmente necesitaba un poco de contacto social para sentirse humano, al menos unos minutos.

Los clientes se fueron uno a uno al acercarse la hora de cierre dejándolos solos en la cafetería, Seokjin ordenaba y sacaba los pasteles de la vitrina para dejarlos en el refrigerador de atrás y al ver lo atareado que estaba, Namjoon ofreció su ayuda, quedando a cargo de secar las tazas y platos que habían sido ocupados.

Sin darse cuenta un platillo blanco se resbaló de sus manos precipitándose al suelo, quebrándose en pedazos, miró inconscientemente hacia la cocina en donde el mayor lo miraba con el ceño fruncido.

- Eres un maltratador de plantas y un destructor de loza – su voz sonaba disgustada, pero al ver su mirada, el moreno descubrió que realmente no estaba molesto, solo aparentaba estarlo.

No lo conocía desde hace mucho tiempo, pero Namjoon había descubierto que Kim Seokjin era una persona bastante transparente, era muy fácil descifrar lo que estaba pensando, su mirada y actitud lo decía todo, y eso le agradaba, era liberador compartir con alguien que se dejaba ver tal cual era, y no ocultaba las cosas al resto.

- Oh, y era una de las que había traído de Milán... Me tendrás que invitar una copa de vino muy cara, Kim Namjoon, no soy una persona que olvide fácilmente. – Advirtió, mientras recogía los pedazos del suelo.

- Ya me había dado cuenta de eso, aún no puedo creer que no te olvides de lo que sucedió con tu planta, fue un accidente, hyung... - Se detuvo sorpresivamente al darse cuenta que Seokjin se había puesto de pie y quedó a solo unos centímetros de él.

Su corazón soltó un latido fuerte al no poder despegar la mirada de lo labios del mayor, eran tan abultados y perfectamente contorneados, subió su vista para encontrarse con sus iris oscuros, que brillaban de una manera especial, pero no sabía describir a qué se debía; iba a decir algo pero no pudo ya que su boca fue callada por los labios del mayor. Seokjin lo estaba besando.

Fue un beso corto, que lo dejó con gusto a poco, quería probar nuevamente esos labios y descubrir a qué sabían.

- Perdón. – Soltó el mayor llamando su atención. – Disculpa si te incomodé – se acomodó el cabello detrás de su oreja e intentó mirar al menor pero sentía sus mejillas rojas y la vergüenza lo carcomía. – Terminemos de arreglar para ir por esa copa de vino ¿sí? – Diciendo esto, se dio media vuelta y caminó rápidamente hacia la cocina.

Namjoon lo miraba fijamente y mordía su labio inferior preguntándose qué había pasado hace unos segundos.

Fragancia [Taegi/Yoontae] Historia CompletaWhere stories live. Discover now