Noventa y tres

454 89 66
                                    

Aviso: Puede contener contenido sensible. Leer con discreción. 


- No te preocupes – dijo con una voz aterciopelada que me hacía sentir protegido, sin pensarlo más me acurruqué en sus brazos mientras ambos descansábamos en su cama. El aire acondicionado sonaba levemente mientras soltaba una agradable brisa que nos hacía olvidar lo caluroso que estaba el día.

Mis piernas delgadas propias de un chico adolescente se dejaban ver desnudas debido al escaso material que componía mi short, él las acariciaba de vez en cuando mientras yo me hundía cada vez más en su cuello y me dejaba llevar por su adormecedor aroma a eucaliptus.

- Si te quedas conmigo todo estará bien, pequeño V. – Soltó dejando un beso en mi coronilla.

- Hyung...

- Dime, bebé.

- ... Nada, solo quería asegurarme de que estuviese aquí.

- Claro que lo estoy bebé.


Los últimos meses habían sido extraños, prácticamente no tenía recuerdos de ellos. No recordaba si había ido o no a la escuela, no recuerdo dormir, comer, o ver a mi madre, todo lo que se sentía vívido era ese dolor constante en mi corazón, tan fuerte que podía asegurar que pronto explotaría y terminaría muriendo, finalmente.

Jungkook... Mi Jungkook... Él me había rechazado. ¿Qué podía hacer ahora? Mi lobo simplemente se desvaneció y sentí que todo estaba perdido. Nunca estuvo presente en mi vida, no al menos de una forma muy activa, pero ahora simplemente se había ido a dormir a un rincón de mi subconsciente y allí se quedó sin mover un músculo. Estaba perdido, sin mi lobo, de seguro moriría de tristeza pronto.

No te le temía a la muerte, pero me angustiaba no tener control de su llegada, quería al menos poder decidir en qué momento iba a dar mi último respiro, no quería simplemente agonizar y sufrir incontrolables dolores hasta que finalmente sobre una cama de hospital ser drogado hasta perder la vida. Quería tener en mis manos el control de mi vida, al menos quería poder poseer esto. Quería decidir cuándo y cómo morir.

Nadie se enteraría de mis planes, no tenía que ser algo muy elaborado; no había nadie a quien le importara si seguía aquí o no... Mamá debe cuidar a mis hermanos pequeños, ellos le darán las alegrías que yo jamás le podré dar. Ella ya se ha resignado conmigo, sabe que no soy un buen omega, sabe que estoy roto sin un posible reparo. Según sus palabras, es culpa del beta que me engendró, ese hombre al que nunca había visto huyó a penas se enteró de mi existencia y mamá nunca pudo soportar su actitud. Ella no lo amaba, era joven y se dejó llevar por un celo descontrolado; con mi llegada sintió como sus sueños se destruyeron, ya no había cabida en su vida para un matrimonio perfecto, para juntar su existencia con la de un alfa encantador como la de los cuentos. ¿Quién querría a una omega con un cachorro bastardo? Nadie.

Vivíamos solos los dos en un pequeño departamento a las afueras de Daegu, no teníamos demasiadas cosas, pero en la mente de un niño pequeño eso era suficiente para ser feliz, pero mamá no sentía lo mismo, y cada vez salía más por las noches, a veces regresaba en la madrugada, otras a medio día, yo simplemente me sentaba allí a esperar su regreso.

Una tarde llegó con un alfa, ella le declaraba amor eterno, era un hombre corriente, sin mucho que contar. El se convirtió en mi padrastro; tan solo un año después yo ya tenía un hermanito 5 años menor que yo. Lo quería demasiado, me hacía sentir emocionado el sentir que nuestra familia cada vez era más grande, sin embargo, poco a poco me fui dando cuenta que yo no era exactamente parte de ella. Los abuelos de mi hermano lo llenaban de mimos y regalos, lo sacaban al parque todos los fines de semana, e incluso a veces lo llevaban a la costa por unos días, yo evidentemente no estaba invitado, no era pariente de ellos, y me lo hicieron sentir muy pronto.

Fragancia [Taegi/Yoontae] Historia CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora