1.6

1.6K 134 41
                                    

Rápidamente, sus ojos se abrieron

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rápidamente, sus ojos se abrieron. No había ninguna pista de dónde estaba, o de qué había ocurrido. Había pasado mucho tiempo desde que despertaba, desde que no tenía el control. Se bajó, caminando, totalmente alerta en caso de que alguien quiera atacarlo. Caminó, llegando hasta un ventanal donde se podía ver todo. Estaba en el espacio. ¿Qué demonios era eso? ¿Cómo rayos había terminado allí?

—¿Papá?

Se giró, viendo a un pequeño niño asiático. Ladeó la cabeza, confundido. El niño se asustó por sus ojos negros, muy negros.

—¡Papi! —gritó el niño.

—¡Mamá!

—¡Sky!

Luego, despertó al cien porciento. Sus ojos volvieron a ser normales, revelando sus ojos color celeste cielo. Confundida, intentó caminar, pero no pudo.

—¿Monty? —preguntó, viendo al muchacho que había caído desde el Arca— ¿Lexa?

Su hija ya no era la niña de seis años, ahora aparentaba tres o cuatro más. Corrió hasta su madre, abrazándola. Ella recibió el abrazo, un tanto confundida. Luego, un muchacho apareció. Éste también corrió hacia su madre.

Luego de que tuviese un ataque de pánico, la sentaron para que tomara un poco de sopa de algas. Murphy tenía razón, esa cosa sabía horrible.

—¿Cómo es que están despiertos? —preguntó— Monty, ¿cómo es que te ves como si tuvieses treinta?

—Es porque los tengo —se rió, viendo que Harper había llegado.

—Despertamos hace tres años —habló Lincoln—. Tío Monty no sabía cómo lo hicimos, nosotros tampoco. Sólo... tuvimos una pesadilla y despertamos.

—¿Vieron a Sheidheda? —preguntó, preocupada. Su Lexa asintió, asustada.

—Tus ojos estaban negros otra vez —habló Lexa—. Te está controlando, ¿no es así?

Skyler asintió, con lágrimas en los ojos. Durante seis años ha tenido que luchar en su mente para que Sheidheda la deje en paz. Ni siquiera sabía cómo es que éste logró utilizar la conexión emocional que tenía con sus hijos para llegar hasta ellos. Ahora, en los años que llevaba dormida, él no paraba de torturarla. Dominaba sus sueños, sus pensamientos, sus acciones. Estaba cobrando mucha fuerza demasiado rápido. Era similar al cáncer. En cualquier momento, ella moriría si no lo detenía a tiempo.

—Cada vez que dormimos, lo vemos en nuestros sueños —murmuró Lincoln—. Tenemos miedo de dormir pero, tío Monty y tía Harper nos ayudan.

—Yo no quise que esto pasara —habló, cubriéndose la cara con su mano, sacando todo rastro de lágrimas—. Esto es mi culpa. Me he perdido tres años de su vida y...

—Está bien. Te extrañábamos pero... al menos podemos hacerle compañía a Jordan.

—¿Quién?

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora