4.3

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Skyler estaba llegando a Arkadia junto a Ezra y Rayén. Eran los encargados para informar sobre la cumbre que realizarían dentro de unos días. Sólo era una simple reunión para poder incluirlos en la coalición.

Ni siquiera habían pasado dos días desde que Clarke llevaba en Polis, por lo menos no tenía que mentirle a Bellamy por tanto tiempo. Además de que, Monty le había informado que un terrestre que tenía a Clarke prisionera le había apuñalado, así que en menos de una hora ya estaba lista para partir.

—¡Terrestres acercándose! —gritaron desde dentro del campamento.

—¡Alto al fuego! —gritó el que parecía ser David Miller— Es Skyler.

La puerta se abrió, dejando entrar a los tres caballos. Los felinos corrieron directo hasta la entrada, felices de ver a su dueña, saludándola como si no se hubiesen visto hace meses.

—Hola —saludó David, dándole un abrazo a la terrestre—. ¿Está todo bien?

—Hemos estado mejor —respondió Ezra, con una mueca en su rostro—. Necesitamos ver a Abby, ¿está aquí?

David asintió. Le pidió a otros guardias guardar los caballos mientras tanto. Los guardias que vinieron vieron a los terrestres con un tanto de desprecio. Ellos lo ignoraron, como suelen hacerlo, y comenzaron a caminar, adentrándose en el campamento.

—¡Sky! —gritó Selina, corriendo hasta abrazarla— No volviste, ¿estás bien?

—Lo estamos —sonrió. Miró a David, quien aún seguía esperando órdenes—. Necesitamos Kane, Abby, Raven, Lincoln y Jackson. Yo me encargaré de Bellamy.

David asintió, comenzando buscar a los nombrados. Le pidió a Selina si fuese tan amable de ir a buscar a sus padres, y ella asintió de inmediato. Le pidió a Ezra y Rayén si podían seguir a David, ella iría en busca de Bellamy.

Caminó por los pasillos de la antigua nave, cruzándose con típicos habitantes. Algunos le saludaron, y ella respondió con amabilidad, y otros simplemente le miraban con miedo. Algunos niños se acercaron hacia ella, entregándoles flores, y ella se rió con ternura, aceptándolas.

—Al parecer eres bastante bienvenida aquí —escuchó una voz detrás de ella. Pike. Estaba con un semblante serio y el ceño fruncido, cruzado de brazos, mostrando autoridad.

—Eso es lo que pasa cuando haces algo por la gente. Suelen agradecerte —ironizó, comenzando a caminar, dándole la espalda.

—¿Y qué has hecho por ellos? —alzó la voz, logrando que ella se quedara congelada. Volvió a girarse, preparada para encarar a Pike.

—Les di la opción de vivir sin miedo, ¿y tú?

—Les di la opción de defenderse

Alzó una ceja. Era una insinuación hacia los asesinatos de los guerreros de la Nación de Hielo. La verdad es, que la Nación de Hielo le importaba en lo más mínimo.

—Al parecer tenemos creencias muy diferentes, maestro —murmuró, acercándose—. Verás, crees que me haces sentir mal insinuando muertes de guerreros, la verdad es, que todos tenemos una razón por la cual matar. Sólo que, nosotros no solemos recordárselo a la gente, porque ellos de por sí lo saben con tan solo mirarme a los ojos.

Pike vio los ojos claros de Skyler. A través de ellos no había ninguna pizca de miedo o desprecio, sino un sentimiento tan neutro que nunca pudo descubrir.

—Puedo entender las muertes que hiciste, en serio que si —susurró, acercándose cada vez más hasta quedar a tan sólo un metro—. Lo que no puedo entender es que cómo ustedes, siendo tan... "inocentes" —hizo comillas con sus dedos—, pudieron sacrificar a una inocente bebé, y enviarla a la Tierra para morir, porque en su hogar era permitido tener un sólo hijo.

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora