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—Yarela se ha ido

Los embajadores guardaron silencio al escuchar las palabras de su Comandante. Algunos mantuvieron la cabeza gacha, guardando sus respetos, pero Podakru, de donde la mujer venía, estaba llorando como nunca antes.

Sé que esta noticia les disgusta a todos: pero debemos mantenernos alejados de Pauna por el bien de nuestras vidas. —aseguró Lexa, algunos decepcionándose de que ella no haya querido atacar a la bestia. No era tonta, apenas abran fuego todos morirían.

¿Cómo lo haremos, Comandante? —preguntó el mismo Castiel, embajador de Podakru— ¿Dejaremos que arrase con todos los pueblos? Pauna tiene la fuerza de mil hombres.

Y nosotros tenemos más de mil hombres —aseguró Zak, a un lado de Anya, la embajadora de Trikru.

¿No crees que has perdido suficiente, Proripa? —preguntó Zafrina, embajadora de Trishanakru, de acuerdo con su Comandante en no atacar—. ¿Cuántos hombres morirán defendiendo tu causa?

Los necesarios —se limitó a responder.

¿Los obligarás?

Comenzó un debate —más bien discusión— por el control de la situación. Zak defendía su posición, señalando que todos los guerreros estaban dispuestos a matar a Pauna enfrentando las consecuencias, sacrificándose. No les importaba morir, si eso causaba que el futuro de sus seres queridos esté a salvo.

Lexa le dio una mirada a los Guardallamas, quienes de inmediato ordenaron silencio.

—Es suficiente —habló Lexa—. No podemos vencer a Pauna, sin importar cuánto intentemos y cuán fuertes seamos, porque moriremos de una forma u otra.

Es mejor morir como un guerrero a morir sin intentarlo —habló Skyler, sorprendiendo a todos al oponerse con el pensamiento de Lexa—. Cazaré a Pauna, aunque me cueste la vida.

Enviaron a los jinetes más rápidos para informar de lo sucedido. Lexa logró llegar en tiempo récord a Tondc. Todos esperando noticias de Skyler. Por órdenes, Indra tenía prohibido salir. Estaba anocheciendo, por lo tanto, estaban dando a su ahijada por muerta.

—¿Nada de Skyler? —preguntó Lexa con una pizca culpabilidad y preocupación.

Todos los hermanos negaron con la cabeza, igual de preocupados. Cora sujetaba a su madre, quien intentaba pensar en un mejor plan, mientras que Tobias sujetaba a Artigas. Todos culpables por haber dejado a Skyler escapar tan fácil.

—No puede ser —gruñó Tomac, lanzando su espada—. Perdimos a Caius, Quint, Zak, Talia y ahora a Skyler.

Kane apareció en el campo visual de los terrestres junto con Blake, estaban justo en la entrada del Campamento para ser los primeros en correr en caso de que apareciera. Les dio una mirada de consuelo, negando con la cabeza.

—Nadie ha encontrado nada. Lo sentimos mucho.

—Esto no puede estar pasando. —dijo Indra mirando hacia el suelo, con Octavia a su lado, ambas con lágrimas en los ojos que se negaban a soltar para seguir siendo fuertes.

Clarke caminaba hacia la habitación donde Raven se encontraba hablando con Bellamy. La chica giró hacia la rubia con algo de esperanza, pero negó con la cabeza.

Raven llevaba toda la tarde preocupada por Skyler, mientras Bellamy insistía cada cinco minutos preguntando dónde se encuentra. No quería seguir ocultándole el hecho de que probablemente no regrese.

—Tenemos que decirle —murmuró Raven.

—No, no podemos —se negó.

—Clarke, tiene derecho a saber. No puede enterarse cuando hayan pasado días —le dijo Raven aún más molesta, apretando el botón de la radio a propósito.

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora