1.2

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Skyler. Levántate, tenemos que irnos

Las palabras de Bellamy sonaban como si él estuviera a más de veinte metros. Mientras que él intentaba hacerla despertar, hablándole directamente al oído, ella pensaba que le susurraba desde lo más lejos posible.

Skyler estaba en la misma posición en cuanto Bellamy recuperó el reconocimiento por la explosión. Seguía en el suelo, con la mirada perdida. Sus lindos ojos estaban abiertos para él, pero para ella, revivía lo que acababa de pasar.

Los cuerpos de los que alguna vez amó y protegió, incinerados.

El gruñido de Royal y Mara, el aullido de Kaalar al ver que su dueño había desaparecido; el "te quiero" de Caius; el odio de su hermano; la sorpresa que se llevó su padre. Todo.

Estaban solos, en el bosque. No había rastro de Finn, tampoco de sus otros animales. No sabía si estaban vivos, o muertos. No sabía nada.

Y otra vez no tenía el control de las cosas.

—Skyler. Tienes que levantarte —siguió hablando Bellamy, con la imagen más muerta que viva de la chica que le gusta.

—Déjame aquí —susurró.

Se detuvo y dejó de hablar. ¿Dejarla aquí? ¿Estaba loca?

—No. Me niego a hacer eso —insistió

—Lo merezco. Déjame aquí. Lo merezco.

No paraba de decir aquellas palabras. ¿Por qué era que lo merecía? No tenía idea, pero estaba seguro que lo que menos merecía ella era eso. Entendía su dolor, había sido testigo del incondicional amor que Royal le daba a ella y viceversa. Incluso, a él también le dolió ver cómo es que no escapó y desapareció.

Honestamente, a cualquiera le dolería siendo testigo de la vida de la pelirroja.

Bellamy se rehusó a dejarla ahí a su merced, cargándola. Ella intentó negarse, pero estaba tan débil y sin fuerzas que después de muchos intentos, solamente se rindió, como la cobarde que siente que es.

Caminaba a paso veloz, aún con la chica en sus brazos. Eso fue hasta que reaccionó y su mente volvió a conectarse con el mundo, que se bajó bruscamente de Bellamy.

—Sky... —comenzó él, pero ella lo interrumpió.

—No. No lo hagas, Bellamy —espetó, molesta—. Debo encontrar a mi padre.

No pensaba con claridad. Lo único que pensaba era: "mi padre no puede estar muerto", "no debe estar muerto", "¿Acaso Bellamy sabía lo que venía?".

—¡¿Qué?! ¡¿Intentas buscar a tu padre después de que intentara matarte?! —exclamó, ofendido.

—¡Cállate, Bellamy! —gritó, y el chico se calló, pero sólo por el asombro— Tú sabías. Tú sabías y aún así no dijiste nada.

—¡Iban a matarnos! —se defendió.

—¡Mi padre estaba ahí! —demandó.

—¡Lo siento por él, pero no lo siento por los cientos de hombres que venían a nuestra puerta, a liquidarnos! —siguió defendiéndose, y ella guardó silencio.

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora