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Era temprano, y Bellamy no había aparecido. Es por eso, que decidió ir a cazar para darle
una cena digna. Sabía que no comía desde hace días.

Entre Royal y Zasha, ambos la acompañaron en la cacería, y los otros se quedaron descansando dentro de la cueva. Sólo le bastaba con la pareja para traer comida para dos semanas.

Se escondieron entre los arbustos cuando vieron un venado bastante grande y bien alimentado. Hizo silencio, colocando lentamente la flecha dentro del arco y se giró rápido para no hacer más ruido. La flecha quedó justo en el estómago. El venado chilló de dolor, Royal saltó a él para morderlo y matarlo, sacando un poco de recompensa.

Royal arrastraba de los cuernos el venado muerto, mientras Skyler se movía a lo que parecía ser tres ovejas. Le bastó una flecha en cada una para que cayeran y Zasha las mordiera. Después, mató dos águilas, eso estaría bien para dos semanas.

Entre los animales y ella consiguieron mover todos los cuerpos para volver a la cueva y comenzar a cocinar la carne, sacar el pelaje y hacer unas cuantas mantas.

Una rama se rompió fuerte, y los tres se detuvieron. Más ramas se rompieron, y se vio rodeada por seis figuras gigantes, se veían poco amigables.

—¿Puedo saber por qué me están espiando?

Dejó caer su arco junto a los cuerpos de los animales, para coger su lanza del suelo, la cual tenía sangre de águila. Salieron de los arbustos y bufó. Mascotas de Azgeda.

—No lo haría si fuera tú —advirtió uno.

—¿Estás seguro?

Lanzó la lanza directo al craneo de uno, matándolo al instante. Los otros cinco se abalanzaron, y ella logró sacar su espada a tiempo para chocar con la otra que venía directo a su cara.

Mientras golpeaba, giraba para no perder de vista a ninguno. Zasha se lanzó sobre uno, quien soltó su espada y gritaba, esperando la muerte rápida.

¡Váyanse! —ordenó— ¡Zasha, Royal, ahora!

No quisieron hacer caso y Zasha siguió desgarrando al hombre ya muerto. Royal, mordió las piernas de otro, quien le encestó una apuñalada a su pata.

Se enfureció por eso. Demasiado.

Corrió al hombre, ignorando a los otros tres y se abalanzó hasta derribarlo y aplastar su pecho con su pie. El hombre perdió el aire, pero dejó de respirar cuando atravesó su corazón con su espada.

Se dio un tiempo para respirar, pero ese fue suficiente para que los otros tres hombres apuñalaran su espalda, haciendo largos cortes diagonales. Se giró junto con su espada y logró desgarrar el estómago de uno, quedando sólo dos.

—¿Quieren seguir perdiendo? —habló, cansada. La pérdida de sangre le estaba pasando cuenta, pero no se detendría.

Con otro choque de espadas siguió la pelea, pero cada vez tenía menos ánimos. Logró cortar el brazo derecho de un hombre, gritaba de dolor. Al otro intentó apuñalarlo en el abdomen múltiples veces, logrando solo dos.

El hombre con una mano menos se levantó y apuñaló su espalda. La empujó y se tropezó sobre el cuerpo de un hombre caído, cayendo.

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora