8.3

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Skyler y Ezra llegaron para la mañana a Polis, donde Semet ya se encontraba hablando con Lexa, pidiendo justicia para su pueblo

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Skyler y Ezra llegaron para la mañana a Polis, donde Semet ya se encontraba hablando con Lexa, pidiendo justicia para su pueblo. Los guardias le abrieron la puerta inmediatamente, escuchando el discurso de Lexa.

—Hoy convoco a los ejércitos de los doce clanes para marchar a Arkadia. No para atacar, sino para contener. Nosotros bloquearemos el decimotercer clan. Les impediremos el acceso de las tierras que quieren poseer. Les daremos tiempo para sacar a sus líderes desde adentro. Cuando los enfrenten, los recibiremos de nuevo como parte de nosotros.

—Ya oyeron a los Comandantes —siguió Titus—. Envíen jinetes. Que sus ejércitos rodeen Arkadia con una zona neutral. Ocho kilómetros deberían alcanzar para alejarlos de nuestras aldeas. ¿Cuáles son sus órdenes, Heda, Proripa?

Lexa miró a Clarke, luego miró hasta el fondo donde su hermana se encontraba, quien asintió.

—La gente del cielo que cruce la línea será sometida a una orden de matar. Praimheda y Proripa liderarán el bloqueo —respondió.

Heda, no entiendo —dijo Semet—. ¿Cómo esto es venganza?

—No es venganza, hermano. Es justicia. —respondió Lexa.

—¡La gente del cielo mató a mis hijos! Y a mi hermano. ¡Y a mi esposa! —exclamó— Si el espíritu de la Comandante no nos protege, ¿qué lo hará?

—Cuidado, Semet.

¡Muerte a la Comandante! —gritó Semet al resto de los clanes.

Semet sacó su espada, así que Skyler se acercó a él con el propósito de proteger a su hermana. Semet se acercó hacia Lexa, quien dio pasos hacia atrás. Antes de que Skyler defendiera a su hermana, Titus lo hizo, matando a Semet.

El Guardallamas ni siquiera pestañeó, sólo lo hizo. Skyler se apresuró a empujar a Titus del guerrero fallecido, pero él estaba concentrado en Lexa.

—Es sangre por sangre. —le dijo Titus a Lexa.

La familia, o al menos la mayoría, se quedó en la sala, mientras los embajadores se fueron retirando uno por uno. Clarke también se había retirado, sabiendo que era un asunto familiar importante donde ella no estaba incluida.

La tensión se encontraba en el aire. Todos estaban esparcidos por la habitación. Unos en el balcón, otros sentados en los escalones, otros justo en medio, pero estaban todos separados.

—Espero que sepas lo que estás haciendo, hija —habló Harum—. Si Skaikru no se rinde y mata el bloqueo, estaremos débiles.

—No lo harán —aseguró Talia—. Skaikru está desesperado, pero saben que si atacan, sus municiones se acabarán, pero no nosotros.

Lexa asintió hacia Talia, dándole la razón. Se volvió a sentar en su trono, casi como meditando.

—Tenemos al Caído, ¿no es así? —preguntó Kira.

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Where stories live. Discover now