17.2

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Allondra corrió hasta Harum, abrazándolo, temblando por el nerviosismo. Lloraba disimuladamente, en silencio, aliviada de que estuviese bien.

—¿Qué es esto? —le preguntó Clarke a Lexa, quien estaba manchada de sangre.

—¡Mira! ¡Están saliendo! —exclamó uno.

Terrestres comenzaron a salir por la puerta principal con mantas, solo Terrestres. Pudo reconocer a unos cuantos, quienes a duras penas podían caminar.

—¿Se están rindiendo? —preguntó Clarke.

—No creo —respondió Emerson, cambiando la mirada de Clarke.

Skyler miró con asco al hombre, no tenía un traje para la radiación, significa que habían desangrado a su gente. Intentó acercarse para atacarlo, pero Lexa la detuvo.

—¿Qué hiciste? —le preguntó Clarke a Lexa.

—Lo que habrías hecho tú. Salvé a mi gente —respondió.

—¿Dónde están los míos?

—Lo siento, Clarke. No fueron parte del trato.

La chica no podía creer lo que su hermana había hecho, les había dado la espalda. Pensó en muchas cosas, pero no en abandonar una guerra, eso jamás lo vio venir en alguien como Lexa.

Además de todo, había tomado decisiones sin considerarla, lo que le enfurecía más.

—Lexa, ¿cómo pudiste? —le preguntó Skyler a su hermana, pero Lexa tenía una mirada fría.

Lexa liberó a Emerson, cortando las cuerdas de sus manos.

—Ha tomado la decisión correcta, Comandante —dijo, antes de irse.

Una terrestre en especial llamó la atención de Skyler, se acercó rápidamente hacia ella, mirándola casi como si fuese irreal. La tomó por los hombros, asegurándose de que no estaba soñando.

—Oh por Dios —murmuró, abrazándola con fuerza—. Talia. Estás viva.

—Estoy bien. —respondió, con una sonrisa—. Te extrañé, pequeña estrella.

—Toma —le dijo Skyler ofreciéndole su chaqueta al ver que la pelirroja temblaba del frío.

Cora corrió hasta Talia, para darle un fuerte abrazo. Otro terrestre salió, corriendo hasta Skyler para darle un abrazo.

—Era verdad —murmuró.

—Lo siento mucho, Skyler —murmuró Zak—. Lo siento mucho.

—¿Qué sucede? —preguntó Lincoln acercándose, viendo lo demacrado que se encontraba su hermano. No le dirigió ni una mirada de pena o pésame, sólo lo evitó.

—Tu Comandante hizo un trato.

—¿Y los prisioneros del Arca? —volvió a preguntar.

—Todos muertos —respondió Clarke—. Pero eso no te importa, ¿verdad?

—Sí me importa, Clarke —respondió Lexa—. Pero tomé la decisión con la cabeza, no con el corazón. El deber de proteger a mi gente viene primero.

—Vamos por ellos —respondió Skyler, sacando su espada e ignorando las palabras de su hermana.

¡Deténganla! —ordenó Lexa, cinco guardias se acercaron a Skyler. Ella se sorprendió, se suponía que ambas decisiones tenían el mismo peso. Pero ahora no.

—¡Déjenme! —gritó, peleando con ellos. Lograron noquearla.

Toca la retirada. —ordenó Lexa.

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Where stories live. Discover now