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—¡¿Qué rayos, Tobias?! —preguntó una vez que estaban lo suficientemente lejos de todos esos extraños— ¿Por qué lo hiciste?

—Te estaba salvando de algo que probablemente no querías hacer —le habló, enfadado—. ¿Desde cuándo actúas así, Skyler?

—Oh, créeme. Quería hacerlo —alzó la voz—. ¿Acaso te escuchas a ti mismo, Tobias?

—Skyler, debes calmarte —habló, más calmado—. Si hubieses disparado...

—Probablemente hubiese terminado todo.

—¡No! ¡Hubiese sido mucho peor! —exclamó— Estarías comenzando una guerra.

—Ya estamos en guerra.

No le dirigió la palabra durante todo el camino. Estaba enfadada, y triste. 

Al llegar a la capital, fue a la embajada de los Felidae, donde sabía que estaban por lo menos, la mayoría de sus felinos. La minoría, probablemente estaría cazando en grupo para traer la cena. 

La verdad es que, no sabía cómo esos animales se entendían perfectamente con ellos. Era impresionante, pero se sentía afortunada de ser una de las aliadas de la naturaleza. No todos tenían la habilidad de poder caminar tranquilamente entre los animales más salvajes de su hogar, y la fraternidad era perfecta. 

Cuando entró con el leopardo, los cachorros de todas las especies de felinos corrieron hacia ella para darle la bienvenida. Se agachó y cargó a dos de ellos, y ellos se encargaban de acicalarla y limpiar su cara y manos, cosa que era muy común en las manadas.

Los dejó en el suelo y caminó hasta la mesa empotrada a la pared, donde había agua para que bebieran. Recargó los platos de agua, y se acercó al mayor de todos: Royal, un león albino, segundo al mando. Estaba descansando en una especie de roca en la esquina de la gran sala. Se limpiaba las patas y su pelaje. Se agachó hasta sentarse a su lado, y este le olfateó y gimió, sintiendo su pesar.

Lo sé —respondió, acariciándolo. Por suerte, ellos entendían su idioma natal y no el alternativo. Era más fácil si se encontraban con intrusos, indicarles a ellos qué era lo que querían que hicieran—. Pagarán.

—¿Estás segura? 

Otra voz se hizo presente. Se giró hacia la entrada, viendo como su madre estaba apoyada en una pared, mientras los cachorros mordían su capa. Se acercó sin miedo alguno, y saludó a Royal, dándole un trozo de carne recién hecha. Le dio un mordisco y la tragó de inmediato, sacudiendo su cola, feliz.

Cualquier extraño diría que son los más salvajes, pero sólo eran cachorros con cuerpos de adultos.

—Sé que estás enojada, cariño —habló, tranquilizándola. Allondra tenía esa habilidad, su tono de voz de ángel calmaba a cualquiera—. Tienes que pensar bien. Puedes crear un gran caos en base a tus emociones, y lo sabes. 

—No quiero arriesgarme, mamá —habló—. Puede que no haya sido tan cercana a esa pantera, pero, ¿y si hubiese sido Royal? ¿O cualquier otro?

—Es por eso que debes calmarte —continuó—. Sé que quieres destruir todo a tu paso, no por nada eres mi hija —ambas rieron—. Pero no puedes vengar una muerte con un grupo tan grande como el de ellos, sólo crearías caos. 

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora