𝐅𝐄𝐋𝐈𝐃𝐀𝐄 | 𝚃𝙷𝙴 𝙷𝚄𝙽𝙳𝚁𝙴𝙳 𝙵𝙰𝙽𝙵𝙸𝙲𝚃𝙸𝙾𝙽
Tener más de un hijo en el Arca estaba totalmente prohibido, pero no era culpa de uno/a que fuesen gemelos... o gemelas, en este caso.
Lo que no te mata te hace fuerte, en este caso, si la...
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Han pasado dos días desde Praimfaya. Ambas despertaron al mismo tiempo, levantándose algo adoloridas por dormir en el suelo. Salieron de la cueva de donde se refugiaban, para recorrer el bello bosque que tenían frente a sus ojos.
Caminaron a paso lento, adentrándose en una aldea. Cuerpos de niños y familias estaban ahí, todos con marcas por la radiación.
Miraban horrorizadas, ya que eran las únicas sobrevivientes en Shallow Valley, pero, ¿realmente lo eran?
El resto del mundo era polvo, literalmente. Sólo quedaba este pequeño y hermoso lugar, el cual hasta el momento podía ser llamado "hogar".
Una rama rompiéndose los sacó de los pensamientos. Selina y Skyler sacaron sus espadas.
Más ramas rotas se escucharon por todo el lugar, hasta que los causantes de eso decidieron aparecer. Tres hombres y una mujer aparecieron en el campo visual. Alzaron los brazos en señal de inocencia, dejando sus armas en el suelo.
—Comandante —habló uno de ellos, precisamente el que tenía un hermano gemelo. Dejó la espada en el suelo, arrodillándose.
—Ya no lo soy —respondió, guardando su espada, al igual que Selina—. ¿Quiénes son ustedes?
—Nosotros somos Caleb y Xavier, Louwoda Kliron kru. —presentó el gemelo que no había dicho nada anteriormente.
—Soy Thea, kom Louwoda Kliron kru. —se presentó la muchacha de cabello castaño.
—Derek kom Louwoda Kliron kru, Heda. —dijo el tercer hombre.
—Creo que estamos juntos en esto ahora. —respondió Selina.
—¿Todos ustedes son Sangre Nocturna? —preguntó Skyler, y los cuatro asintieron. Se veían de la misma edad, y al parecer, habían hecho los mismos métodos que Harum usó para que no descubrieran que su hijo mayor y su hija menor eran Natblidas.
Cada uno fue por su lado, ya que se desconocían totalmente. Skyler y su hermana revisaron toda la aldea. Habían casas, hasta incluso una iglesia. Recorrieron hasta escuchar un ruido que fue música para sus oídos. Corrieron hasta allá, encontrándose con un gran lago y una cascada. Sonrieron ampliamente, dándose cuenta de que las mismas cuatro personas estaban ahí con la misma expresión.
Se lanzaron inmediatamente al agua, felices. Selina le lanzaba agua a su hermana y viceversa. El grupo anterior rió al ver a las gemelas, pero dejaron de hacerlo en cuanto ellas también los lanzaron al agua, como si fuesen amigos de toda la vida.
Después de salir volvieron a la aldea cuando el atardecer apareció. Cada uno fue por su parte. Las hermanas Natblidas entraron a una de las casas, esta estaba casi en perfecto estado. Mantas, ropa, frutas, todo para sobrevivir.
