6.2

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Por favor, Talia —pidió—. Siento que en cualquier momento caeré.

¿De verdad crees que somos capaces de dejarte caer, pequeña estrella?

La chica cubría con sus palmas los ojos pequeños de una Skyler de aproximadamente ocho o nueve años. A esa edad, Skyler era una experta en el bosque, conociendo todos los rincones que alguien jamás hubiese imaginado, pero ahora no tenía mera idea de dónde podían estar.

—¿Cuánto falta? —preguntó la niña.

Ya deja de quejarte, Skyler —dijo Zak.

—Hey —le regañó Talia a su pareja—. ¿Lista? —la niña asintió frenéticamente, con una sonrisa— Ábrelos.

Talia sacó sus palmas de los ojos de Skyler. La niña abrió los ojos, mirando hacia el cielo, donde estaba totalmente maravillada.

—Wow —dejó escapar un murmuro.

Era un campo de mariposas radioactivas.

Había cazado múltiples animales que se vieron afectados por la radiación, pero jamás había visto algo tan bonito, además de sus felinos, obviamente.

Las mariposas volaban de aquí para allá, de un tronco a otro. Skyler se acercó a uno de los arbustos, lleno de esas mariposas de un violeta bastante radioactivo. No sabía si aquellos insectos eran peligrosos, pero ni siquiera se detuvo a averiguarlo, porque tres de ellas se posaron sobre sus brazos inmediatamente, uno sobre su pequeña nariz, causándole cosquillas.

Se rió, contagiando tanto a su hermano mayor como a la novia de este.

Desde que tiene memoria, Talia siempre ha estado ahí con ella. Tanto en sus primeros pasos, como en decisiones importantes que ha debido tomar a su muy corta edad. Talia era una hermana mayor más. Primero, siendo la mejor amiga de Zak, ¿pero ahora? Aquellos dos tenían un gigante futuro por delante. Se casarían, tendrían hijos, familia. Serían felices.

Ni siquiera podía hablar de lo emocionada que estaba. Zak se apoyó en el tronco de un árbol sin mariposas, mirando a su pequeña hermana correr por el prado, jugando con ellas. A un lado, se posicionó Talia, abrazándolo por la cintura, totalmente encantada al ver que la pequeña chica estaba disfrutando de ese momento tanto como ella.

Al parecer le gustó —comentó Zak, ganando unas carcajadas en la chica.

Definitivamente —agregó—. No era muy difícil, ¿sabes? Skyler es feliz con todo.

Es una niña —sonrió Zak, viendo como Skyler se escondía entre los arbustos para que las miles de mariposas presentes volaran al mismo tiempo. Siguió admirándola, con ese mismo brillo en los ojos que le dedicaba sólo a sus hermanas menores—. Ojalá pudiese tenerla así para siempre.

—Oh, créeme —se rió Talia, sin quitar su mirada de ella, alerta en caso de cualquier cosa—. Mientras esté viva, tendrás a Skyler así para siempre.

Estaban ambos en silencio. No necesitaban nada, aquel silencio era lo suficientemente cómodo como para querer romperlo, aunque en realidad, ambos estaban sumergidos en recuerdos. Obviamente, se vieron interrumpidos. La puerta se abrió de golpe, dejando ver a Tobias con una mueca incómoda al encontrar a su hermanita en una cama con un hombre. Como siempre, se imaginaba lo peor.

Te necesitamos —habló Tobias.

Asintió levemente, y Tobias se retiró.

Él y Zak siempre habían sido expertos en "proteger" (más bien alejar) a Skyler de cualquier figura masculina que no fuesen ellos. Les causaba celos pensar que en cualquier momento su hermana no estará ahí con ellos y estará creando una familia por su cuenta. Siempre fueron sobre protectores con ella. Entonces, como Zak ya no se encontraba, sentía que debía incrementar aquella sobre protección, aunque ella era lo suficientemente adulta como para saber lo que hacía.

𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁Where stories live. Discover now