Capítulo 36

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¡No tengo mucho que decir, sólo que disfrutéis y que feliz año nuevo desde España!

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¡No tengo mucho que decir, sólo que disfrutéis y que feliz año nuevo desde España!

Este es el mejor regalo que podía daros (según yo) así que he intentado tenerlo listo para hoy :') Espero que os guste bbs.

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La conglomeración humana a las puertas de la fraternidad y sus respectivos cuchicheos fueron la primera línea que Adler tuvo que derrocar a codazos al entrar, y a la que yo me vi expuesta con tal seguirle.

Resbaladizos y pringosos, los cuerpos entre los que nos abrimos paso parecían haber sido embadurnados en manteca de cerdo y desprendían un hedor a sudor tan potente como para inducir al desmayo a cualquiera. Sus torsos, brazos, manos y piernas me estrujaban hasta el aplastamiento mientras imitaba —superada por una claustrofobia que no sabía que tenía—los movimientos certeros de Adler, que estaba a algunos metros por delante de mí.

A lo lejos, más allá de esa horda de zombis famélica que nos engullía, se oían gritos desgarradores capaces de hacer estremecer hasta al mudo ambiente, anteriormente habitado por las risas de la multitud y que ahora sólo rellenaba el compás de una melodía distante y frívola que nadie se atrevía a bailar.

El gentío se apelotonaba cerca del primer peldaño de la escalera principal cuando llegamos y, pese a que todas las miradas estaban en el palco que la presidía, ni un pie se atrevía a sobrepasarlo.

—¡No me des la espalda!

Tardamos apenas unos minutos en llegar y, sin embargo, un solo segundo en hacerlo tarde. Infinitamente tarde.

Elliot emergió de entre las sombras del palco sin prestarle mayor atención a las palabras del hombre que le seguía ni a la bruta celeridad con la que se le acercaba. No obstante, sus facciones destilaban algo más que la indiferencia que demostraba en sus actos cuando la figura a sus espaldas lo cogió por el hombro de malas maneras: Bajo aquel ceño fruncido, sus vibrantes ojos azules estaban abiertos de par en par y sumidos en una tensión que pretendía, pero no era capaz de contener. Respiraba con dificultad, como rebasando el vaso de su propio autocontrol, tenía las fosas nasales dilatas y los músculos de la mandíbula tan bloqueados como tiesos tenía los nudillos.

Recibió el primer golpe antes de voltearse y todavía no lo interiorizaba que llegó el segundo y arremetió contra él con la bestialidad suficiente como para desequilibrarle y hacerle caer de bruces al suelo. Un jadeo inaudible murió en sus labios cuando lo tomó por la cabeza y, cogiendo impulso, le estampó la rodilla justo en mitad del rostro.

La imagen de Elliot instantes antes de perder la compostura fue lo último que logré procesar esa noche porque, a continuación, lo único que pude hacer fue contemplar con horror cómo lo molían a golpes con una cruda y descarnada violencia capaz de hacerme subir la bilis por la garganta.

El irresistible juego de Midnightemptation (BORRADOR)Where stories live. Discover now