Capítulo 20
Después de un fin de semana de locos en el que Elliot se encargó de ocupar todas y cada una de mis horas libres —también aquellas en las que ni siquiera estaba con él— y de organizarme, incluso, el armario, mi cerebro procesó por fin que el acuerdo que tenía con el más idiota de los Hayes era equivalente a pactar con mismísimo diablo.
En conclusión, el lunes tocó a mi puerta y el letargo que me acompañaba desde hacía setenta y dos horas todavía no había desaparecido por completo.
Levanté la mirada. El despacho en el que me encontraba era amplio y agradable a la vista, pero poco luminoso. No tenía muchos muebles ni ningún objeto fuera de su sitio que empañara la visión y su gama cromática era sobria, al igual que el aroma a eucalipto que flotaba en el ambiente. Todo en él desprendía un aire a abundancia que embriagaba. En definitiva, ese despacho era la máxima expresión de lo que Andre representaba.
Y, aunque costara de creer, estaba ahí por propia voluntad. Si era sincera, no tenía ni las ganas ni la intención de tomar las clases que me ofrecía, pero le debía al menos mi asistencia. Después de entregarle un trabajo que ni siquiera era de mi propia autoría y que, aun así, me mantuviera la nota por compasión... Sí, se lo debía, y mucho.
Me removí incómoda en mi asiento. Estaba tan nerviosa por nuestro encuentro que no probé bocado a la hora del desayuno y tampoco durante el almuerzo. Asistir a esa reunión significaba admitir frente a Andre, uno de los hombres más inteligentes y atractivos que conocía, que era una cateta en cuanto a números se refería; Un cero a la izquierda.
Alcé la mirada, creyendo que lo encontraría tal cual lo había dejado un minuto atrás; Abstraído y rebuscando en la pantalla de su ordenador. No obstante, choqué con sus penetrantes ojos castaños y una sonrisa ladina que me hubiera sacado el hipo en cualquier otra situación.
—Hola —murmuré con la voz temblorosa.
—Hola, de nuevo —acompañó sus palabras de una risa melódica que acentuó mi inquietud—. Te veo un poco distraída.
Sentí cómo me hundía en el asiento y me iba empequeñeciendo en él hasta que la figura de Andre se veía, a mis ojos, gigante y poderosa.
—Lo siento.
—No pasa nada —entrelazó las manos bajo la barbilla, aun con esa sonrisa torcida en los labios—. Tenía mis dudas de que vinieras, así que verte aquí es una gran noticia.
Jamás había asistido a una hora de atención con ningún otro profesor a lo largo de la carrera así que, cuando él calló y el silencio tomó el lugar, no supe qué debía hacer. Lo único que se me ocurría era enseñarle uno de mis trucos, aunque dudaba que le interesara ver cómo era capaz de tocarme la punta de la nariz con la lengua.
—¿Y bien? —inquirió. Me encogí de hombros al notar que, tras esa pregunta, era yo quien debía contestar— Aún estoy esperando a que me digas qué es exactamente lo que no entiendes del temario.
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El irresistible juego de Midnightemptation (BORRADOR)
RomanceCuando la joven Blake decidió entrar en la pista durante la celebración del Miércoles Borracho no imaginó que captaría la atención del enigmático Midnightemptation, el usuario anónimo que hace arder en visitas el foro de la universidad con sus provo...