Capítulo 28 |

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Traspuesta, así fue como me levanté ese doce de octubre

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Traspuesta, así fue como me levanté ese doce de octubre. Con un pie en el abismo y el otro todavía dentro de la cama.

La primera brisa de otoño se había llevado consigo las pocas hojas que todavía resistían en las ramas de los árboles y, ahora, arrasaba con las que componían el calendario a una velocidad desconcertante a la que no podía acostumbrarme.

A menos de tres semanas para la tremebunda fiesta que estaba organizando, la ausencia de Elliot era casi permanente. Y, aunque me hubiera encantado dedicar ese preciado tiempo de libertad a algo más, la realidad era que los estudios me mantuvieron encadenada al escritorio durante prácticamente todas las horas que pasé lejos de él.

Por desgracia, mi vida estudiantil no era lo único que iba en decadencia, lo demás también caía en picado y sin frenos.

El efecto que surtieron la sarta de barbaridades que Ginger y yo nos lanzamos la una a la otra fue inmediato y, aunque esperado, bastante desalentador. Los puñales que sobrevolaron nuestras cabezas durante la acalorada discusión causaban destrozos incluso días más tarde; pinchaban sin necesidad de que alguien los empuñara.

Las paredes destartaladas del apartamento solo resguardaban del frío a una persona esas noches, pues Ginger no lo había vuelto a pisar desde entonces. Pese a que ambas éramos culpables de lo sucedido, solo yo parecía dispuesta a enmendarlo de algún modo: Los mensajes que le envié se contaban por decenas mientras que sus respuestas mantenían su contador a cero.

Y, por si fuera poco, también estaba el tema de Beth. La oportunidad que mi madre me había concedido a regañadientes, y que sabía a ciencia cierta que sería la última, se presentaba como un imposible a medida que trataba de aprovecharla. Pese a que llamaba a Beth cada las noche al salir de trabajar, el resultado de nuestra conversación era siempre el mismo: Un auténtico fracaso.

La coraza que mi hermana había forjado a su alrededor se hacía evidente con el paso de los días, como también su voluble estado emocional. Con los vestigios del tiempo que me quedaba para sonsacarle algo en limpio agotándose y su nula cooperación por la causa, el momento de darle la razón a mi madre se vislumbraba cada vez más cercano. La idea de darme por vencida estuvo ahí los días anteriores, pero se había vuelto persistente en las últimas horas.

Caos, eso era lo único que reinaba en mi cabeza desde que salí del apartamento y puse rumbo a Beverly Hills. Y lo único que pude sentir durante prácticamente todo mi trayecto.

Cuando por fin conseguí diluir la frecuencia con la que me avasallaban los pensamientos, ya me encontraba en el último tramo que componía Rodeo Drive: Los aires distinguidos de los transeúntes encajaban a la perfección con el ambiente que se respiraba en esas calles en las que las farolas vestían como guarnición flores vistosas y selectas y las cristaleras enmarcaban precios inasequibles de las prendas más glamurosas del repertorio de su respectivo diseñador.

El irresistible juego de Midnightemptation (BORRADOR)Where stories live. Discover now