Cuando la joven Blake decidió entrar en la pista durante la celebración del Miércoles Borracho no imaginó que captaría la atención del enigmático Midnightemptation, el usuario anónimo que hace arder en visitas el foro de la universidad con sus provo...
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Capítulo 21
Tocaban las cuatro de la mañana cuando Heaven me avisó de que me esperaba en la acera de enfrente del piso que compartía con Ginger. El contacto inmerso en el Caso Boregate la había citado sobre las cinco de la madrugada de ese mismo día, en una cafetería alejada de cualquier zona céntrica y que estaba perdida entre las carreteras exteriores de la ciudad.
Cuarenta minutos más tarde, llegamos al lugar previsto. Un café de mala muerte cuyo suelo estaba tan sucio que apenas podía distinguirse la diferencia de tono entre sus losas —que, aunque parecían todas negras, podía adivinarse que, en realidad, eran bicolores—, sillas de cuero llenas de agujeros y decoración sacada de finales de los años cincuenta.
Nos sentamos en una de las mesas que había al fondo y permanecimos en silencio hasta que el hombre en cuestión apareció por la puerta, haciendo sonar la campanita ubicada en la parte superior de esta. Oí cómo se acercaba, las suelas de sus zapatos friccionaban con la grasienta y pegajosa superficie por la que caminaban.
—Heaven —pronunció al llegar a nuestra altura. Sus ojos se posaron sobre ella durante un corto segundo, luego pasaron a mí y me examinaron, dubitativos—. ¿Y ella?
—Está con nosotros, no tienes de qué preocuparte —le dijo.
El hombre vaciló antes de tomar asiento, tal vez, esperando a que Heaven le diera algún tipo de explicación más detallada. No obstante, ella ya había dado el tema por zanjado.
—Bien —masculló después de cerciorarse de que no había nadie en las cercanías. Acto seguido, tomó asiento frente a nosotras.
Heaven lo conocía como D, pero dentro del círculo en el que estaba infiltrado encarnaba a Jaxon Maxwell, el CEO (chief executive order) y cofundador en las sombras de una empresa virtual emergente que facturaba decenas de millones de dólares anuales. Mientras que Jaxon era un emprendedor nato cegado por la fortuna y el vicio que vestía con trajes de etiqueta hechos a medida y cuya apariencia podría haberle hecho pasar por un sugar daddy, el hombre que tenía delante era más bien todo lo contrario. Y, si bien podía vislumbrar los remanentes de su otra identidad, el chándal antiestético y holgado que enfundaba su cuerpo, la falta de higiene en su cabello y las profundas bolsas bajo sus ojos mezcladas con los vestigios de unas primeras arrugas, me lo ponían francamente complicado.
Miró a ambos lados antes de introducir una de sus manos en el bolsillo delantero de la sudadera y sacó de él un sobre de oficina en el que podían leerse a la perfección las siglas B.G. escritas con tinta negra. Entonces lo deslizó por encima de la mesa para dejarlo delante de Heaven quien, después de examinarlo un par de segundos, decidió cogerlo.
—Ahí tienes toda la información que he logrado reunir este último mes —comentó mientras Heaven echaba un vistazo rápido al interior del sobre—. Hay un par de cosas que estoy seguro de que te parecerán de lo más... Interesantes.
