Capítulo 42 |

961 88 33
                                    

DISCLAIMERRRR: Veréis un par de cosas que no os concordarán del todo. El motivo es que os estoy subiendo la versión final de la novela, la que saldrá ya directamente en físico, así que hay algunas cosas que varían en capítulos del principio y por eso no acaban de vincularse 100%. En la versión en físico podréis verlo mejor, pero igualmente os lo quería subir todo porque, idk, siento que os lo debo.

Preparaos con todo porque a MT le quedan menos de 5 capítulos para terminar jeje.

*****

Siempre supe que el departamento que compartíamos con Ginger era pequeño, pero tras recorrerlo de punta a punta una treintena de veces me doy cuenta de que, en realidad, era mucho más que eso. Era diminuto y excesivamente caro para el tamaño que tenía. Pagábamos una fortuna por cada uno de los escasos cuarenta metros cuadrados que poseía el maldito piso.

En realidad, aquello no era más que una nimiedad dados los últimos acontecimientos, pero necesitaba desesperadamente entretenerme con algo mientras esperaba a que Elliot se dignara a aparecer. Me había quedado sin uñas de tanto morderlas y temía estar desgastando el parqué de la cantidad de vueltas que había dado por él a lo largo de la mañana.

Estaba dando la vuelta treinta y una cuando el timbre sonó y corrí a abrir la puerta.

—Tu piso parece una ratonera.

—Gracias por tu opinión, pero no te la he pedido.

Ese fue el primer comentario que soltó Elliot al pasar por el marco de la puerta. Lo observé con detenimiento. Vestía unos simples jeans desgastados y una sudadera gris que le iba algo ancha, y llevaba el cabello suelto y desenfadado. Nada que ver con la noche anterior.

Y es que, oh Dios, la noche anterior. No podía creerme que hubiera caído por Elliot. Fuera por despecho o lo que fuera, en definitiva lo que importaba es que a mí me dio igual que se metiera entre mis piernas. Es más, me gustó.

—En fin... ¿Puedo pasar?

Me hice a un lado de la puerta y, tras vacilar un par de segundos, él se introdujo en el apartamento. Deambuló por la casa de un lado a otro, quizá esperando que hubiera algo más en ella que lo que simplemente estaba a la vista.

Escaneó la casa de un vistazo antes de sentarse conmigo en el sofá y, entonces, añadió:

—Esto es realmente pequeño. Hasta con tu sueldo debería darte para algo mejor.

Ni siquiera hice ademán de inmutarme. Conociendo a Elliot ese preciso comentario no lo había hecho para ofenderme, sino como una clara e ingenua apreciación desde su punto de vista privilegiado.

—No todos tenemos la suerte de pertenecer a una familia que cobra hasta por el copyright de su nombre.

—No te falta razón.

Tras hacer un par de comentarios más de mal gusto y permanecer en silencio unos minutos, la impaciencia empezó a instaurarse en mi sistema. Elliot me rehuía la mirada, la paseaba a sus anchas de un lado a otro del apartamento sin detenerse una sola vez en mí y cambiaba drásticamente de tema con tal de no pararse en lo que nos acontecía.

—Con lo bocachancla que eres el resto del tiempo y ahora parece que se te ha comido la lengua el gato, Elli.

Soltó una risa nasal.

—Te he dicho mil veces que no me llames así —se quejó.

—Dices muchas cosas a lo largo del día, la mayor parte de ellas estupideces, así que no me culpes de que se me olvide algo de vez en cuando —Bromeé con tal de apaciguar la situación.

El irresistible juego de Midnightemptation (BORRADOR)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz