Capítulo 32

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Antes que nada, perdonad mi ausencia

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Antes que nada, perdonad mi ausencia. Desde lo que ocurrió con la plataforma hará algunas semanas no había tenido la posibilidad de acceder a mi cuenta. De hecho, ayer pude hacerlo de una vez :').

Pero ya pude volver y aquí andamos. ¡A POR TODAS!

***** 

El vestuario del equipo poseía la particular capacidad de abofetearme hasta dejarme del revés en cuanto entraba por la puerta. O lo que era mejor; el olor fétido, producto de la conglomeración casi claustrofóbica de esa panda de mandriles bañados en sudor, tenía el poder de hacerlo. Por suerte, lo único que quedaba de él en ese momento era una reminiscencia ligeramente esparcida en el ambiente, tan difusa que, al llegar, ni siquiera logró aturdirme.

La taquilla de Elliot me sirvió como punto de apoyo mientras esperaba a que terminara de higienizarse en las duchas, que estaban al otro lado de la pared.

—Creí que tu padre no querría volver a verme después de lo que pasó la otra noche.

—¿Por confundirle con mi tío? Le pasa a la mayoría, no me extrañaría que mi madre y mi tía se hubieran confundido de marido en alguna ocasión —Su risa quedó camuflada entre el ruido de la ducha. La mía en cambio resonó en el vestuario, que permanecía vacío a excepción de nosotros—. No sé qué hiciste en mi ausencia ese día, pero mi padre ha cogido una fijación con que vayamos a comer con él desde entonces.

Tenía serias dudas acerca de que mi participación en la previa a la cena fuera la verdadera razón por la cual Jayden tenía interés en conocerme más de lo que había hecho hasta la instancia, pero preferí no decirlo en voz alta.

—El bufete cerrará una operación de M&A en la que mi padre lleva trabajando desde hace meses el jueves de la próxima semana, y quiere que vayamos a comer con él al acabar. La forma más rápida de llegar a las oficinas es en coche, así que podría venir a buscarte a donde me digas y vamos juntos hasta allí.

—¿En qué parte de Los Ángeles está? —pregunté. El vapor de la ducha había generado una densa capa de humedad en el ambiente que, a esas alturas, ya comenzaba a rozar lo sofocante— Puedo ir en metro cuando acabe las clases.

—Puedes, pero no te lo recomiendo. Siendo optimistas, y obviando que los retrasos del transporte público están a la orden del día, tienes más o menos cerca de hora y cuarto u hora y media de trayecto desde aquí hasta Downtown —me comentó en la distancia, mientras cerraba el grifo de la ducha—. Si a eso le añades otros factores, como que será jueves a mediodía o que lo más probable es que el tráfico colapse el centro de la ciudad para entonces, no parece la decisión más inteligente, ¿no crees?

Elliot apareció ante mí tras aquellas últimas palabras con una sonrisa espléndida de esas que requerían de verdadera maestría para no hacerte parecer un estúpido ante el resto y con una toalla de microfibra enrollada en las caderas que a duras penas lograba cubrir su desnudez. Sus hombros parecían incluso más anchos ahora que podía compararlos con lo estrecho de su cintura, en la que se marcaban músculos que no creía haber estudiado nunca en Anatomía.

El irresistible juego de Midnightemptation (BORRADOR)Onde histórias criam vida. Descubra agora