Capítulo 44 |

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La voz de Adler interpretó cada palabra del relato con una locución perfecta que me dejó estupefacta al principio y a punto de caerme redonda hacia el final. Lo hizo con familiaridad, abrazando cada párrafo con un sentimiento de pertenencia arraigado que sólo podía concebirse en su creador: Midnightemptation. Y, porqué negarlo, dolió.

Dolió que fuese mejor de lo que jamás podría haber concebido en mi imaginación. Que fuera capaz de representar los versos con esa soltura, como si no necesitase meditarlo ni media fracción de segundo porque se lo sabía de memoria, y llenarlos de aquellas emociones tan conocidas para él y lacerantes para mí.

Había mucho ruido a nuestro alrededor, pero yo no era capaz de escuchar nada que no fuera su voz. La seguí en voz baja y para mí misma, con esmero, como lo haría un devoto al recitar el Padre Nuestro, porque al igual que él yo también me sabía de principio a fin aquel escrito.

Las rodillas me flojearon al notar que nos acercábamos al final y él pareció notarlo porque, a pesar de que también le temblaba el pulso, me sujetó con fuerza. Cuando se aseguró de que podía mantenerme en pie, continuó:

—Tu recuerdo permanece inmutable en mi memoria y, pese a que cierro los ojos con mayor frecuencia de la que desearía para volver a verte frente a mí, no lo necesito para tenerte en mente. Te paseas por ella a tus anchas como un ángel lo haría por el averno, ajena a los pensamientos que transito cuando te pienso. Y es paradójico porque he visto las puertas del averno ardiendo en tu interior, pero son unas alas de valquiria las que se funden en tu piel de mármol.

—Adler...

—De modo que abro los ojos y, contrariado porque sé que buscaré en mil y un infiernos y en ninguno de ellos voy a encontrarte, asumo que simplemente eres... —Contuvo el aire momentáneamente— Serendipia.

Las sensaciones me arrollaron sin contemplaciones y necesité oxígeno. Requerí de mucha más distancia entre nosotros de la que podía (y quería) interponer. Traté de apartarme en un impulso desesperado por retomar el control, pero él no me dejó alejarme. Una de sus manos me rodeaba la cintura y la otra se había enlazado con la mía en contra de mi voluntad.

—Suéltame —berreé. Mi vista estaba impedida por las lágrimas.

—Lo he intentado por todos los medios, pero no soy capaz de dejarte ir —Habló con dificultad, como si pronunciarse le abriera profundas heridas en la piel.

Me estrechó entre sus brazos sin darme opción a algo más que no fuera sentirle a él. No luché, ya no me quedaban fuerzas para hacerlo. Por lo contrario, permití que me acunara como si fuera el ser más frágil en la faz de la Tierra y lloré contra su pecho, mojándole la camisa.

—Alejarme de ti es superior a mis fuerzas.

Había tantas cosas que quería decir, pero el nudo que tenía en la garganta apenas me permitía articular algo más que no fuera un sollozo.

Me sentía traicionada a niveles que desconocía que pudieran sentirse. Y estúpida, muy estúpida. Tenía tantas ganas de gritarle, de preguntarle porqué, porqué se había mantenido impasible mientras yo me desmoronaba poco a poco por él, de exigir las explicaciones que no me había dado y un buen motivo que valiera todo mi sufrimiento.

Y, entre el barullo mental que me sacudía al tenerle ahí, conmigo, no demasiado lejos de mis ganas de llorar ni demasiado cerca de las de golpearle, existía una necesidad férrea de no moverme de su lado.

Sus brazos se aflojaron a mi alrededor y dio un paso atrás para poder mirarme. El dolor lacerante que desprendía me traspasó de tal modo que sentí cómo el temblor volvía a mis piernas cuando nuestros ojos coincidieron de nuevo. Quise mantenerme dura, pero como bien dijo él en su momento yo no controlaba mis emociones, me controlaban ellas a mí.

El irresistible juego de Midnightemptation (BORRADOR)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin