Capítulo 10

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Dormir era un momento sagrado para mí desde la niñez

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Dormir era un momento sagrado para mí desde la niñez. Podía renunciar a la merienda, a ir al parque y, por supuesto, a asistir a la escuela, pero no a eso.

No me consideraba perezosa, pero sí me gustaba descansar. Algunos pintaban, otros jugaban al futbol e, incluso, quienes bailaban sin parecer un pato mareado. Y, luego, estaba yo, que me gustaba dormir. Nadie me ganaba era a eso, era la mejor.

Sin embargo, y aunque mis horas de sueño eran algo que respetaba por encima de todo, los primeros días de esa semana me desperté con unas terribles ojeras bajo mis párpados y tuve que ir a gatas a la universidad.

El motivo era obvio; me daban las tantas de la madrugada mientras hablaba con Midnightemptation.

¿De qué? Esa era una pregunta difícil de responder. Las charlas eran amenas y fluían sin dificultad, casi por inercia, pero no tenían una temática concreta. En realidad, el repertorio de las conversaciones era extenso y dispar, no nos daba tiempo a profundizar demasiado y tampoco a aburrirnos en ningún momento. Incluso hablábamos de temas que jamás creí que pudiera tocar sin que el resto me tachara de loca.

En nuestras conversaciones no existían tabúes ni vetos, hablábamos de lo convencional y de lo singular, lo considerado normal y lo denominado como extraño. Nos enroscábamos en conversaciones existenciales, franqueamos los límites de lo censurado a nivel social y dábamos rienda suelta a nuestros pensamientos y fantasías más ocultas. Y, aun así, después de debatir durante horas y haber escalado la cima de la paciencia del otro, todavía queríamos más.

Hablábamos de todo y de nada hasta entrar en un ciclo vicioso del que no sabía ni quería salir. Y cuando decía que no podía salir era que de verdad no podía. Estábamos a mitad de semana y la conversación que iniciamos ese mismo lunes se había prolongado tanto en el tiempo que en ningún momento llegó a cerrarse.

Teníamos opiniones similares en muchísimos temas, pero diferíamos en sus matices. .

A pesar de que se escondía bajo un seudónimo, su personalidad salía a relucir en cada una de sus palabras. Era agudo e inteligente. Elegante y con el nivel de cinismo adecuado. E interesante, tal vez demasiado.

Además, era sincero, brutalmente sincero. Sus palabras eran como el filo de un cuchillo e iban directas a la yugular sin necesidad de adornarlas con florituras. Eran un jarro de la realidad más gélida y abrasadora, como tan solo Midnightemptation podía presentarla.

Era adictivo y esa era la principal razón por la cual no encontraba el momento para irme a dormir. Quería más, todo el tiempo.

Y, aunque tenía una larguísima lista de preguntas que quería hacerle, esta se quedaría por el momento ahí; en el plano únicamente mental, pues Midnightemptation se negó en rotundo a saciar mi sed después de que le sometiera a un segundo y exhaustivo interrogatorio.

El irresistible juego de Midnightemptation (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora