Capítulo 11

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No fue hasta después de cenar que me percaté de la ausencia ya permanente de Ginger

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No fue hasta después de cenar que me percaté de la ausencia ya permanente de Ginger. Según me dijo el días antes, iba a salir. No obstante, no esperaba que su ausencia se prolongara más de veinticuatro horas, y eso me preocupaba. Además, tenía curiosidad por saber qué era lo que tan ocupada la tenía todas las semanas y, siendo más concreta, todos los miércoles. Aunque, al parecer, ahora se alargaba también a los jueves.

No estaría tan intrigada si no fuera porque su insistencia en ocultar lo que hacía durante ese tiempo. ¿Salir con sus excompañeros del instituto? ¿Todas las semanas el mismo día sin falta y con tanto secretismo? Sí, claro, y yo era aspirante a monja de clausura.

La teoría me instaba a creer que se estaba viendo con alguien, pero la pregunta era con quién y por qué lo escondía. ¿Acaso no le conocíamos? O, todo lo contrario, ¿sí que lo hacíamos y ella no quería que nos enteráramos de su relación de amantes bandidos? ¿Qué tan seria era su relación como para que él la obsequiara con una pulsera de oro y diamantes?

En cualquier caso, quería e iba a descubrirlo de alguna forma.

La buena noticia de la semana resultó ser que el profesor que impartía las clases que tomaba los viernes tenía una intervención que lo dejaría postrado en cama durante al menos setenta y dos horas, así que habían suspendido sus clases. Si bien no era como para alegrarse, había que admitir que faltaría al orgullo estudiantil al no hacerlo, y todos lo sabíamos.

Así que, con toda la buena voluntad de mi ser y deseándole una buena, pero no pronta recuperación al tutor, cogí una bolsa de patatas fritas, una Coca-Cola y me acomodé en el sofá con la intención de no levantarme hasta la semana siguiente.

¿Cómo iba sino a celebrar que tenía el viernes completamente libre para hacer lo que me diera la gana?

Después de un buen rato, me decidí a ver Emmanuelle, una película clásica del cine de alto contenido erótico que nunca había visto, pero de la cual había oído hablar en muchas ocasiones.

Tocaban las once y media cuando volví a mirar el reloj. El jueves estaba por terminar y no había rastro de actualización en el Foro así que, después de meditar qué palabras iba a utilizar, abrí nuestra conversación y le mandé un «Se te hace tarde, ¿para cuándo el nuevo relato?».

Hice acoplo de paciencia a lo largo del día con tal de evitarlo; de verdad, pero ya no podía más. Mis ansias traspasaban la pantalla y estaría mal excusarme diciendo que una cosa llevó a la otra cuando la realidad era que le hablé porque ya no aguantaba más.

Aguardé su respuesta, imaginando qué acontecería en la nueva actualización y lo que esta sería capaz de provocar en mí.

@Midnightemptation:

Chica impaciente.

¿Se me saltó el corazón al ver el mensaje? Sí. ¿Era eso normal siendo que ni le conocía? No mucho, ¿pero quién estaba dispuesto a juzgarme dada la situación?

El irresistible juego de Midnightemptation (BORRADOR)Where stories live. Discover now