Capítulo treinta y siete

20.5K 1.2K 85
                                    


— No puedo hacer esto —insisto—. Solo míralo. Es taaan guapo. Casi tanto como el original.

— Amy —señala Becca, las otras solo se ríen a carcajadas. Hemos ingerido demasiada azúcar—, es una piñata.

— ¡Es Daniel! —señalo la foto colgada. ¿A quién se le ocurre hacer una piñata de mi futuro esposo—. No puedo hacerlo. ¡Solo míralo! Lleva mi corbata favorita.

La fiesta ha sido toda una noche llena de juegos. Le he colocado la cola al burro; en este caso la polla a Daniel. Se lo dejé colgando de una mano. He buscado el tesoro escondido, más bien el Daniel escondido; escondieron una muda de ropa suya: cada pieza en un lugar diferente, dejaron el bóxer de último. Luego de encontrarlas, Riley aclaró que la ropa estaba sin lavar. Priscila puso el grito en el cielo… y yo también. Posteriormente, me hicieron escalar una enorme fuente de chocolate: en la cima, me esperaba un muñeco de mi futuro esposo que decía <<te quiero>>. Fue adorable, lo guardaré entre mis tesoros. Becca quería lanzarse y bañarse en la fuente: parecía poseída. Un rato muy gracioso.

Luego de controlar a la chococrazy Rebecca, mi madre se marchó, junto a mi suegra y la abuela; se les veía cansadas. No tengo idea de qué hora sea, pero debe ser bastante tarde.
Ahora quieren que golpee la piñata de Daniel, pero hacerlo me parece tan cruel. Él me mira con esos hermosos ojos dorados. Está tan meno. Me niego totalmente a descuartizarlo.

— No puedo creer que babees por una foto —se burla Riley.

— ¡Es Daniel! —aclaro—. No puedo golpearlo.

— ¡Amanda Lien Roldan! —grita mi mejor amiga exasperada—. Vas coger ese bate de béisbol, romper esa piñata y darme mis chocolates. ¡Ahora!

— Uyyy —ríe Clare; la glucosa la ha desinhibido bastante—. Esto es guerra de hormonas.

— Estoy esperando, Amanda —insiste Rebecca.

Agarro el bate con fuerza, cierro los ojos y golpeo. No puedo verlo.
El grito triunfal de Becca anuncia que la piñata se ha roto.

Abro los ojos y veo a mi prometido dividido en dos piezas. Se han llevado medio torso. ¡Con lo que me gustan sus abdominales!

— ¡Daniel! —las mujeres se enfrentan por los dulces, mientras yo abrazo a mi medio futuro esposo. Luego dirijo mi mirada a la autora de todo esto—. Tuuuuú —la señalo—, esto es tu culpa. Me las pagarás —la observo ceñuda—. ¡Le has dejado sin abdominales! Es mi tableta de chocolate favorita. Me gusta lamerla.

— Oh, calla, por Dios —suplica Becca con la boca llena de chocolate—. Demasiada información. Tengo mucha glucosa en el cuerpo y no quiero vomitarla.

— Definitivamente, eres la reina de las calorías esta noche —Riley le coloca una ridícula corona en forma de algodón de azúcar.

— ¿Qué hay de mí? —protesto cruzándome de brazos—. Yo soy la futura novia.

— No te preocupes —se gira hacia mí—, también tengo otra corona y es solo para ti.

Saca un objeto de una bolsa y lo muestra.

— Noooo —exclamo asombrada—. No es cierto. ¿De dónde has sacado eso?

Se encoje de hombros—. No pienso revelar mis fuentes.

— Eres un peligro haciendo fiestas, Riley —comenta Camille.

— Sí —confirma Claire—. Recuérdame dejarte planear mi despedida de soltera… Cuando vaya a casarme —responde indirectamente la pregunta no formulada.

Seduciendo a mi JefeWhere stories live. Discover now