Capítulo cuatro

39.6K 1.9K 54
                                    

Termino de apagar mi ordenador justo a tiempo para recibir a Becca, quien me abraza efusivamente.

— ¿Lista para una noche de diversión? —inquiere al culminar su efusivo abrazo. Rebecca es demasiado cariñosa, un rasgo que ha heredado su dulce hija.

— ¿Ya pediste permiso a tu marido? —pregunto en respuesta.

— Por supuesto —interviene una voz que reconozco como la de Eloy—. Mi esposa posee un alto poder de convencimiento.

Ambos se saludan con un apasionado beso. Yo solo los observo. Eloy y Rebecca son un matrimonio increíble a la vista.

— ¿Si saben que sigo aquí, cierto? —intervengo con tono jocoso.

— Oh, Amy. Casi te olvido —bromea mi jefe, recibiendo un codazo en respuesta por parte de su esposa—. Solo bromeaba —se queja—. En fin… diviértanse y regresen sanas y salvas a casa. Amy, te la encargo.

— No te preocupes —respondo—. Te la regresaré intacta. Un poco ebria, tal vez.

— ¿Solo un poco? —inquiere mi amiga con una mirada pícara. Eso solo anuncia la extensa noche que me espera.

Me encojo de hombros.

— No regreses tarde, ¿vale? —escucho a Eloy susurrar, a lo que su esposa responde con otro apasionado beso. Se despiden y mi mejor amiga me toma por el brazo para guiarnos hacia la salida.

***

— ¿Estás segura de esto, Amy?

— Tranquila, Becks. Te aseguro que Andrés y Camille son muy discretos —respondo.

— Cariño, a mí me da igual. Eres tú quien no quiere que te relacionen con Eloy —voltea la mirada—. Tienes la ridícula idea de que conseguiste el trabajo por nuestra relación.

— De todas formas, ya he hablado con ambos y no tienen problema alguno —desvío el tema.

Lo hemos discutido un montón de veces. Tanto Rebecca como su esposo difieren. Pero la verdad es que si Eloy no me hubiera recomendado, nunca hubiera obtenido el puesto.

Al entrar en el bar, diviso a mis colegas. Ellos igual y nos saludan con la mano.

— Hola, chicos —los saludo y hago las presentaciones necesarias.

— Bueno, chicas —interviene Andrés—. La primera ronda va por mí. ¿Qué van a ordenar?

— Martini para mí —pide Becca, rompiendo el hielo. Camille y yo secundamos su pedido.

— Pues tres Martini andando —nuestro amigo se dirige hacia la barra demasiado sonriente. Andrés es un amor de persona.

Las horas han pasado volando. He bailado hasta el cansancio y ya he perdido la cuenta de las copas que he tomado. Estoy un poco achispada, pero no ebria. No olvido la cita que tengo más tarde.

— Andrés es muy guapo —comenta Becca, mientras nos sentamos. Mi amigo latino sigue en la pista acompañado de Camille. Siendo el único chico en el grupo, nos hemos turnado para bailar con él. No se ha detenido ni cinco minutos para tomar un descanso. No sé cómo lo hace. Los tacones comienzan a estorbarme y de vez en cuando me mareo.

— Sí, lo es —concuerdo. Luego la miro fijamente—. Oh, no. Sé por dónde vas. Desvía tus pensamientos, Rebecca Gold. Solo somos amigos. Además, no estoy interesada.

— Tal vez es eso lo que necesites, Amy. Un buen amigo, con ciertos derechos… —sugiere.

— Deja de buscarme pareja, Becca. Andrés no me gusta. No de ese modo —aclaro.

Seduciendo a mi JefeWhere stories live. Discover now