¿CORNUDA?

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Buenas florecillas hermosas!!! Espero que estéis disfrutando de la historia, nos queda mucha chicha por descubrir entre estos dos y sobre todo ver que planes tiene pensados nuestro Alexandre para Adriana.

¿Queréis ver las caras de los modelos en los que me inspiro? Pronto los publicaré por Insta y Facebook para que podáis verlos! Solo os diré que Adri es guapísima (ya sabréis como es si leíais la historia de su hermana) pero es que Alexandre es un quesito fundido.

¡Allí os espero! 


Me puse uno de esos pantalones con bolsillos a los lados de los que la gente usa cuando va a la montaña, más que nada porque eran cómodos para viajar y si me esperaban unas cuantas horas en avión no tenía ninguna intención de ir embutida en algo a...

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Me puse uno de esos pantalones con bolsillos a los lados de los que la gente usa cuando va a la montaña, más que nada porque eran cómodos para viajar y si me esperaban unas cuantas horas en avión no tenía ninguna intención de ir embutida en algo ajustado, una camiseta básica y unas zapatillas terminaban el atuendo. Cepillé con esmero el pelo dejándolo liso y salí con la maleta y mi cara lavada sin ningún tipo de maquillaje para reencontrarme de nuevo con Alexandre que aguardaba sentado en mi sofá de flores.

Si había algo que no había cambiado de aquel mobiliario era el sofá, más que nada porque me parecía pintoresco y le daba un toque hogareño al lugar.

—¿Lista? —preguntó con ese acento que probablemente volvería locas a todas las jovencitas de su país si le oían hablar en otros idiomas.

Siempre me había enamorado el acento de la gente hablando en otro idioma, de hecho, la mayoría de mis ligues eran chicos de erasmus que estudiaban aquí temporalmente y apenas hablaban el castellano, pero sus meros intentos por hacerlo me volvían loca.

¿Era la única a la que le daba morbo el acento de una persona?

—Tengo una pregunta antes de marcharme contigo a donde quiera que me lleves —dije aparcando mi minúscula maleta a un lado y apoyando todo mi peso en una de mis piernas conforme me cruzaba de brazos—. ¿Cómo es posible que estemos casados? Rompimos ese acta tras la foto, se suponía que no trascendería a ninguna parte... ¡Me aseguraste que así sería!

Alexandre se había levantado y caminaba con las manos unidas en la espalda, parecía pensativo y un tanto serio teniendo en cuenta que su rostro casi siempre parecía relajado.

Desde mi posición podía observarle bien. Era bastante más alto que yo, tal vez midiera un metro ochenta y algo, no era exageradamente alto, pero lo suficiente para llamar la atención. Sus ojos eran de un profundo verde aguamarina que resultaba aún más cristalino cuando fijaba la vista, tenían un brillo especial aunque quizá eran imaginaciones mías. Poseía una barba incipiente que le daba un aspecto mas maduro, cinco años atrás no la tenía y ahora debía reconocer que le hacía más interesante que por entonces, quizá por esa misma razón se la había dejado.

De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora