PALABRA DE REINA

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Si la intención de Amanda era irritarme, había logrado su cometido

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Si la intención de Amanda era irritarme, había logrado su cometido. No solo estaba molesta, sino que ahora estaba realmente cabreada. No dejaba de decirme a mi misma que era técnicamente imposible que Amanda supiera que me marchaba por Alexandre, no podía ser... él jamás volvería a pensar en tener una historia con ella después de todo lo sucedido, pero ¿Cómo era posible sino que ella lo supiera? Si hasta había hecho la maleta a escondidas y nadie más sabía de mi partida... solo Alexandre lo esperaría y aún así no le había comentado absolutamente nada.

Decidí no decir nada, al fin y al cabo yo había tomado mi decisión de marcharme, ¿Quién era yo para pedirle explicaciones a Alexandre sobre lo que quisiera hacer o deshacer con su vida privada? Nada de aquello lo cambiaba y menos aún si a pesar de todo decidía volver con ella por alguna retorcida razón, aunque me decepcionaría enormemente que lo hiciera.

No me dio tiempo a pensar demasiado en la situación porque tras perderse el vestido dorado de Amanda que sonreía sin cesar e incluso se posicionó al lado de Nathaniel bajo la atenta mirada de Eloise que guardaba una distancia prudencial, los siguientes invitados fueron llegando y saludando hasta que el ultimo oficialmente invitado hizo su entrada de cortesía dando paso al coctel de bienvenida en el que disfrutamos realmente poco debido a la cantidad inmensa de invitados a la fiesta.

—¿Estás bien? Sé que no es tu ambiente y que detestas este tipo de fiestas, pero pareces enfadada, ¿Ha ocurrido algo? —preguntó Alexandre cuando se sentó a mi lado para la cena.

¿De verdad se me notaba tanto?

—En absoluto —dije forzando una sonrisa—. Es que todo este comité y tantos invitados me agobia un poco, nada más —mentí descaradamente.

Tal vez aquello no era mi plan elegido para pasar un esplendido fin de semana, preferiría un lugar retirado de montaña en el que hacer una ruta o descubrir nuevos lugares y gastronomía diversa, pero eso no significaba que no pudiera disfrutar de la fiesta como lo hacían el resto de invitados teniendo en cuenta que se hacía en su honor y que era una vez al año.

No. Mi molestia desde luego no tenía nada que ver con el evento, aunque tampoco me agradaba que Alexandre pensara que detestaba aquel tipo de situaciones, pero no traté de corregirle, prefería que él pensara aquello.

—Lamento que tengas que pasar por esto, creí que tras cinco meses podría ser para ti más soportable —insistió con un deje algo distante—. ¿Has tomado una decisión?

—Creo que conoces la respuesta sin necesidad de preguntarme, sabes perfectamente lo que opino de este mundo Alexandre.

Vi como asentía pero sin decir nada más y alguien atrajo su atención por lo que la velada continuo sin sacar a relucir de nuevo el tema, aunque eso no me hacía sentir menos afligida por la situación.

¿Ya está?, ¿Se había acabado?, ¿Nos despediríamos con un adiós como si nada hubiera pasado? De todos modos no sabía que esperar, ¿Quizá una confesión de amor?, ¿Un ruego o plegaria para que me quedara?, ¿Algo que me hiciera creer que quedarme sería la mejor decisión de mi vida? No esperaba nada de aquello y tampoco estaba segura que en caso de hacerlo mi decisión fuera distinta. ¿Qué pasaría si en un tiempo el se daba cuenta de que no era lo que esperaba? No quería quedarme porque él se sintiera en deuda conmigo, por conformarse para no crear otro escándalo publico que le hiciera perder confianza en el pueblo.

De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora