DESTINO

17.3K 2.8K 259
                                    

Me sentía del mismo modo, era como si viera un reflejo de mi hermana hace cinco años en mi misma justo ahora

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me sentía del mismo modo, era como si viera un reflejo de mi hermana hace cinco años en mi misma justo ahora.

—En aquel momento me di cuenta de que la única razón por la que pensaba todo aquello era la incapacidad de creer en mi misma y entonces pensé porque sí sería una buena elección y supe que nadie más podría amarle del modo en que lo hacía yo.

¿Podría amar alguien a Alexandre del mismo modo en que lo hacía yo? Desinteresado, honesto, fiel y absolutamente apasionado.

Quizá si. Quizá no, pero no pensaba sentirme culpable o menospreciada por ello.

En cuanto el vehículo se detuvo salí corriendo sintiendo que mi corazón se saldría del pecho. En pocos minutos la reunión daría comienzo, seguramente todos los miembros que asistían estarían colocados en sus asientos y quien presidía anunciaría la aparición de Alexandre en cualquier momento.

Bohdan acudió a mi encuentro y me guió por los pasillos del palacio de congresos hasta que finalmente llegamos a la doble puerta de un salón en la que se hallaba Nathaniel.

—¡Al fin!, ¡Ya no sabía a que excusas recurrir! Tuve que encerrarle dentro diciendo que había un pequeño retraso de última hora, no sé si se lo ha tragado, pero está repasando de nuevo su discurso en voz baja —alegó indicándome que pasara y entonces la puerta se abrió con ímpetu, apareciendo la figura imponente de Alexandre con su traje impecable ante mis ojos.

¡Ay que joderse! Es un Dios belga... de los pies a la cabeza.

Como para no derretirse con solo verle, ni siquiera los bombones de la mejor pastelería de la ciudad le podrían hacer competencia.

—Adriana —su voz era con tal deje de sorpresa que ni siquiera fue expresivo en su forma de llamarme, más bien parecía perplejo al hecho de que estuviera frente a él.

Mejor, así no ve como se me cae literalmente la baba ahora que lo pienso.

—¿Qué haces aquí? —exclamó cuando salió de su aturdimiento momentáneo.

Parpadeé varias veces para volver a la realidad y ser consciente del motivo me que me había llevado hasta allí.

—Impedir que cometas un error —contesté empujándole para que retrocediera y volviera a entrar en el salón mientras yo avanzaba junto a él.

Alexandre no opuso resistencia, muy al contrario se dejó llevar y observó muy atento como me giraba sobre mi misma y cerraba la puerta de un manotazo dejando a Bohdan y Nathaniel al otro lado.

Que ellos se encargaran de dar excusas para el retraso de su majestad.

—¿Por eso estas aquí?, ¿Quién te lo ha dicho? Pedí expresamente que nadie te advirtiera de mi decisión...

—¿Por qué haces esto Alexandre?, ¿Por qué quieres abdicar? Tú has nacido para llevar esa corona, es tu destino y sé que no serías feliz si lo dejaras en manos de otra persona aunque esa persona sea tu hermano.

—Mi destino eres tú Adriana. Yo no soy feliz si tu no estás a mi lado —confesó provocando que mi corazón se encogiera.

Una cosa era que mi hermana me dijera que pretendía abdicar por mi y otra muy distinta oírlo de sus propios labios.

—¿Y si un día te das cuenta que cometiste un error?, ¿Qué no soy suficiente para completar tu vida y hacerte feliz? —pregunté porque necesitaba saber su respuesta.

—El error sería perderte, dejarte marchar como lo hice —admitió acercándose a mi y cogiendo mi cara entre sus manos—. Te quiero. Te amo de todas las formas posibles y no quiero una vida en la que no estes a mi lado —confesó mirándome con aquellos ojos que lograban robar mi aliento y hasta la última gota de mi sangre—. Sé que no aceptarías estar a mi lado siendo rey, creí que en los meses que permanecerías aquí lograría convencerte, pero solo conseguí distanciarte más y comprendí que la única forma de estar a tu lado sería siendo tu igual. No me interesa el reino, la corona, el poder o el beneficio que todo ello me pueda dar si no te tengo a ti para compartirlo. Tú eres mi otra mitad, mi complemento, la mujer que he pasado anhelando encontrar toda mi vida y no quiero volver a sentir el vacío inmenso que dejaste con tu partida.

Sentía como mis ojos se empañaban, la visión se volvía borrosa y tuve que cerrar fuertemente los ojos para dejar escapar dos lágrimas. Eran lágrimas de absoluta felicidad... nunca creí que se pudiera ser tan inmensamente feliz.

—Siempre he sido tuya Alexandre —confesé acercándome lo suficiente para rozar sus labios. Podía notar su respiración acelerada, su corazón latiendo apresuradamente y el calor que emanaba de su cuerpo embriagándome al igual que el olor del perfume con el que tanto había soñado aquellas dos semanas—, pero no podía quedarme a expensas de saber que solo estarías conmigo por deber o simplemente porque era un modo de mitigar un escándalo al que no deseabas enfrentarte.

—Jamás estaría contigo por deber, Adriana. Confieso que me deslumbraste cuando solo tenías diecisiete años, ya eras la promesa de una belleza, pero eras demasiado joven para siquiera plantearme una posibilidad a tu lado y perdí cuando volví a encontrarte terminé perdiendo mi juicio por completo al conocerte en profundidad. Que aquel matrimonio se hiciera válido fue lo mejor que podía haberme ocurrido jamás, gracias a ti volví a a descubrir lo que era la ilusión por vivir, por sentir, por amar como nunca lo he hecho. Eres la mujer de mi vida y no deseo perderte, no quiero perderte...

—Y no me perderás —dije rápidamente—, pero no dejaré que renuncies al trono por mi.

Alexandre dio un paso atrás y bajó la vista cabizbajo.

—Creí que si renunciaba al trono me darías una oportunidad, que si te demostraba mis verdaderos sentimientos a ti podrías considerar la posibilidad de estar juntos... pero tal vez me cree falsas esperanzas con la posibilidad de que un día pudieras amarme como yo lo hago.

Acorté la distancia que nos separaba y me alcé de puntillas solo para unir mis labios con los suyos.

—Te amo —susurré—. Te amo. Te amo. Te amo y te amo —continué sin separarme demasiado—. He tardado demasiado tiempo en querer admitirlo porque sabía que en el momento que lo hiciera sufriría por no estar a tu lado. He tardado demasiado tiempo en darme cuenta que tampoco quiero una vida si no es contigo a mi lado, que me siento vacía, que mi alma no está completa sin mi compañero de vida, pero sé que no seré feliz si dejo que renuncies al trono por mi. Te elijo a ti Alexandre Leopold I, monarca de Bélgica.

Vi como Alexandre agrandaba los ojos y sus labios se curvaban en una sonrisa sin llegar realmente a sonreír.

—¿Serás mi reina consorte? —exclamó conmocionado.

—¿Serás mi reina consorte? —exclamó conmocionado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora