APARICIÓN INESPERADA

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Buenas bellas florecillas, por aquí se empieza a caldear el asunto y me da a mi que nuestra Adri no es la única que parece querer quemarse...

El contacto visual con sus ojos era inaudito, pero no sería yo quien apartara la vista, era él quien se estaba deleitando con mi culo desnudo

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El contacto visual con sus ojos era inaudito, pero no sería yo quien apartara la vista, era él quien se estaba deleitando con mi culo desnudo.

«No se si mi culo era mi mejor atributo, pero nadie se había quejado hasta el momento»

—Por supuesto —afirmó decidido—. Solo me estaba asegurando de que todo estaba en... su sitio —soltó y tuve que morderme el labio para que no se me desencajara la mandíbula.

¿Perdona?

—¿Quieres decir con eso que mi culo está en su sitio? —dije como si no me importara su respuesta.

¿De verdad estaba manteniendo una conversación en el baño sobre mi culo mientras me daba una ducha con el rey de Bélgica?

«Si Adriana. Lo estás haciendo» me contesté sola.

—Casi lo está —contestó y esta vez no pude evitar abrir la boca ante su absoluta falta de cortesía.

—Serás... —comencé a decir viendo como sonreía ligeramente—. ¡Depravado! —grité queriéndole tirar la pastilla de jabón, una toalla, o algo, ni siquiera tenía mango para tirarle agua al jodido monarca.

—No soy yo el que se ha metido en la ducha con todas las puertas de su alcoba y baño abiertas. Cualquier miembro del personal que decidiera entrar podría verte como lo hice yo.

Bien Adriana. Anotado para una próxima vez. Cerrar con llave la puerta de tu habitación.

—Y ahora parece que estás cómodo con las vistas, ¿no? —dije dejando que el agua mojara mi pelo y después recordé que me lo habían arreglado, bueno... probablemente me enfrentara a sesiones de peluquería diarias, así que no importaba, pero el agua volvía a ser muy fría otra vez—. Ya que estás aquí, ¿Por qué no me explicas como funciona esta mierda? —dije apartándome para volver a toquetear las palancas.

Sinceramente no creí que se acercara, simplemente pensé que me lo diría a distancia, desde el marco de la puerta donde se encontraba, pero cuando vi la sombra a mi izquierda.

Mi primer instinto fue taparme, tal vez podría ver parcialmente mis pechos desde ahí, pero por alguna razón no lo hice.

Alexander fue explicándome para que funcionaba cada uno de los botones y palancas, incluso me enseñó que estaba parcialmente oculto el modo de coger con la mano la ducha por si no quería que saliera desde arriba.

Sonreí cuando la tuve en mi mano y la puse a tope de fría.

—¿Todavía piensas que mi culo no está en su sitio? —pregunté cuando se hizo silencio.

De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora